Tomar la borla a un abanto, abribonado, abyecto, acanallado, achichincle, achulado, adredista, afrentoso, agachado, agalambado, aguachinangado, antinacionalista, aperado, aranero, archipámpano, aurívoro, autoritario, badajo, bacín, baladrón, bandarra, besamanos, birria, bodoque, carcunda, cerrero, chacharero, chafandín, cocoroco, déspota, ególatra, elato, facineroso, fufurufo, ganforro, gracejo, gusarapiento, hacino, infundioso, inverecundo, jifero, jijo, lacayo, licencioso, mendaz, nefando, ñiquiñaque, opado, papalón, pequeñoburgués, rajabroqueles, ralo, sórdido, tagarote, tarúpido, temerón, turiferario, uyuyuy, vacuo y vándalo, además de todos los otros calificativos que ustedes amigos lectores le quieran agregar, constituye a todas luces una afrenta al país pensante, a la academia y a la memoria de nuestro Libertador. “Honrar honra” dijo José Martí y doctorar sin causa deshonra a la Universidad Bicentenaria de Aragua, digo yo.
Un Doctorado honoris causa “por causa de honor” constituye un reconocimiento al saber, mérito, valía o trayectoria ciudadana, pero en ningún caso se justifica que le sea otorgado a un don nadie sin ningún mérito extraordinario a no ser de gendarme innecesario, al que ni siquiera la orden Boves o Atila tendría cabida en su pecho, a menos que sea honoris causa risa o “doctor horroris causa” como ya algunos lo han calificado. Lo cierto es que causa consternación porque desnuda la mediocridad de alguna de nuestras universidades o de rectores cuyo único mérito fue “…ponerse de espaldas para que los empujen…” y llegar a ocupar un cargo que les queda grande, a no ser por militar en la involución del conocimiento y medrar por una membresía que no les corresponde. Si bien es cierto, que la Universidad Bicentenaria de Aragua desde hace mucho tiempo se convirtió en una fábrica de chorrizos, ahora será reconocida por una embutidora de saberes no reconocidos.
Quizás sea oportuno recordar el retruécano del famoso poeta, escritor y patriota italiano Ugo Fóscolo (n. 6/2/1778 – m. 10/9/1827) en su poema en verso libre “De los sepulcros” (1820), que tendrían el mismo significado si se escribieran hoy: “En tiempos de las bárbaras naciones / colgaban de las cruces los ladrones. / Mas ahora, en el Siglo de las Luces, / del pecho del ladrón cuelgan las cruces”
Lo importante de todo esto es que algunas voces del mundo académico han marcado distancia, como es el caso del Dr. Adolfo P. Salgueiro, quien en carta abierta renunció a su condición de miembro del Consejo Académico del Politics Center Academy de la Florida Global University, señalando: “…la sensación de vergüenza y bochorno que me invade al enterarme por publicación de la prensa de Venezuela que la Universidad Bicentenaria de Aragua -de la que Florida Global es parte- acaba de conceder doctorado “honoris causa” al ciudadano Freddy Bernal cuya trayectoria académica es desconocida mas no así la que ostenta como dirigente fundamental y funcionario dilecto del régimen antidemocrático que actualmente despacha desde Miraflores”
Por su parte, el Dr. Román J. Duque Corredor en su condición de Presidente de la Fundación Alberto Adriani y Coordinador Nacional del Bloque Constitucional de Venezuela, fue categórico al afirmar que: “Quienes tenemos alguna vinculación con la Universidad Bicentenaria de Aragua, renunciamos a todo nexo académico e institucional con dicha Universidad por considerar un crimen de lesa cultura otorgar un título de doctor honoris causa, a quien no tiene mérito alguno académico, científico y docente, para ser designado doctor honoris causa, cuando ningún título universitario y causa de honor lo justifica, por cuanto nada ha aportado para el avance de la ciencia, la bibliografía y la cultura venezolana”. Toda una contradicción, un “crimen de lesa cultura” a favor de un presunto “violador de los derechos humanos”.
Bien lo dijo el Pbro. y Dr. Ezequiel Arellano, en la homilía que pronunció el 19 de abril de 1910, con motivo de la celebración del centenario de tan magna efeméride en Bailadores: “Los días que corren son malos; la iniquidad nos envuelve y en medio del desastre moral en que nos debatimos, nos preguntamos ¿a dónde irá a parar Venezuela?”(1) Ya hemos visto todo lo que tenemos que ver o apenas estamos en los tráiler de la película, Venezuela: una pesadilla sin fin. Ya vendrán los doctorados a Nicolasito y a la morrocoya.
Néstor Abad Sánchez .La Abadía, febrero 22, 2022