La conformación del gabinete del presidente electo de Chile da cuenta de cómo la ideología puede estar por encima de todo, incluso de la búsqueda del bien común
Raul Tortolero 24 enero, 2022 en Chile, Columnistas, Opinión, Política PanAm Post
El supremacismo feminista se encumbra en el Chile de Gabriel Boric, donde Maya Fernández –la nieta del marxista Salvador Allende– ha sido nombrada como ministra de la Defensa.
Este supremacismo, uno de los rostros del marxismo posmoderno, considera a la mujer no feminista como una “esclava” de la religión, del capitalismo, de la institución matrimonial, de las relaciones sexuales monogámicas, y en especial, de los hombres, a quienes suelen repudiar y culpar de un sinfín de problemas sociales. A menos, quizá, que uno de esos hombres sea el presidente y te nombre ministra.
Marx, el padre del odio, y del resentimiento social –que es en realidad lo que viven quienes han adquirido “conciencia de clase”– es uno de los principales responsables del divisionismo actual, ya que los diversos supremacismos son estrategias de las nuevas izquierdas para polarizar y facilitar el control social.
El supremacismo de la diversidad sexual, por ejemplo, incluye a todo tipo de expresiones sexuales, pero no a la heterosexualidad. Este supremacismo busca crear y explotar el conflicto entre homosexuales y heterosexuales.
Boric se ha descrito a sí mismo como “a la izquierda del partico comunista”, ha reconocido haber experimentado relaciones homosexuales –aunque ahora tenga una polola que hará de primera dama– y también se percibe como feminista y proaborto.
El nuevo presidente chileno es un milenial ejemplo perfecto de marxista posmoderno, con nula experiencia en el gobierno, está acostumbrado a pensar y actuar como si todo se tratara de un juego bajo la lógica de colectivos izquierdistas universitarios, y se le ha ocurrido llenar su gabinete por cuotas, entregando al feminismo radical muchas carteras.
Un gabinete necesita personas capacitadas, puesto que en manos de ellas está mucho del destino de un pueblo, en este caso del chileno, pero para el buen Boric por encima de esto está atender a sus clientelas y quedar como un “compañero socialista” que impulsa la perspectiva de género.
La conformación del gabinete del presidente electo da cuenta de cómo la ideología puede estar por encima de todo, incluso de la búsqueda del bien común. El exlíder estudiantil privilegia perfiles socialistas, militantes de todo tipo de izquierdas, antes que poner a la gente adecuada al servicio de los chilenos.
Así las cosas, Maya Fernández Allende –la nieta del presidente Allende, depuesto en 1973 y que sumergió al país en una crisis de alimentos y todo tipo de carencias, quien se encaminaba a convertir a Chile en una Cuba– queda a cargo del Ministerio de Defensa, responsabilidad seria para la que no tiene en lo absoluto preparación alguna.
Se trata de una bióloga-veterinaria. No solo es nieta de Allende, sino hija de Luis Fernández Oña, un diplomático y agente secreto cubano. Así las cosas. Maya vivió en Cuba hasta los 21 años, ya que tras 1973 su familia huyó a la isla. Podemos imaginar en manos de quién queda hoy el Ejército, y las verdaderas razones para tenerla ahí. El Foro de Sao Paulo se organiza.
No se le ve ventaja estratégica alguna al hecho de nombrar 14 mujeres al frente de algún ministerio de un total de 24 en el gabinete, de no ser el hacerle al cuento al intentar Boric venderse como un “feminista”, como alguien que supuestamente cree ciegamente en las mujeres, pero en realidad, sin importar las consecuencias de la falta de preparación de las mismas, lo que afectará a millones de mujeres y hombres por igual.
Izkia Siche, quien fuera la jefa de campaña de Boric, queda ahora como titular de la política interior, cuando es médico cirujana, y antes presidió el Colegio Médicos.
Realizó una especialidad en medicina interna mediante una beca estatal en el Hospital San Juan de Dios. Nula experiencia política en un cargo tan importante que debería saber armonizar a las fuerzas políticas tan polarizadas que hay en Chile.
Boric solo cuenta con 24 % del total de representantes legislativos, por lo que antes que atender sobredosis de cuotas de género debería haber buscado eficiencia y gente capaz, con probada experiencia y resultados, que compensen su propia nula trayectoria.
Pero en lugar de esto, la ideología ha decidido por él, y no hace falta ser muy listo para entender sus primeras decisiones como un augurio del desastre que viene.
Marcela Hernando, nombrada ministro de Minería, será quien habrá de operar la expropiación del litio, para nacionalizarlo –como advirtió Boric en campaña– y finalmente entregarlo en charola de plata a China, a cambio de apoyos financieros y geopolíticos electoreros.
China, a través de la empresa State Grid, compró en noviembre de 2020 la Compañía General de Electricidad (CGE), la mayor empresa de distribución de energía eléctrica de Chile. Invirtió 3000 millones de dólares. En 2019, los chinos ya habían comprado Chilquinta en cerca de 2000 millones de dólares. Si se suma lo que representa CGE y Chilquinta, China ya maneja el 57 % de la energía eléctrica de los chilenos.
Hernando fue diputada, por el Partido Radical, y buscó ser senadora, pero perdió en las pasadas elecciones. Es de la zona de Antofagasta, al norte, región minera.
La comunista Camila Vallejo quedó como integrante del “comité político” y fungirá como ministra vocera. Es hija de dos militantes del Partido Comunista de Chile: Reinaldo Vallejo Navarro y Mariela Dowling Leal. Camila fue una de las cabecillas en las protestas estudiantiles de 2011, y ha sido diputada. Tuvo una hija con el militante comunista cubano Julio Sarmiento, quien fuera presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh).
Antonia Urrejola, de ideología socialista, estará al frente de la Cancillería. De 53 años de edad, antes se desempeñó como presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Ha sido asesora de la expresidente Michelle Bachelet, de quien puede considerarse una ficha.
Y estos son apenas algunos ejemplos de cómo Boric está escogiendo los mandos de su gobierno, basado en la cercanía que se tenga con la ideología socialista, y con el feminismo.
El problema es que ni la tendencia política ni el sexo garantizan por sí mismos buenos resultados, cuando no se cuenta con la experiencia requerida en áreas tan importantes como la Defensa, la política interior, las relaciones internacionales, y la energía. El Dragón Rojo una vez más se frota las manos, sediento de litio y poder geoeconómico.