Mientras más pasan los años, más se confirma que los métodos impuestos por décadas en Cuba, por la nomenclatura fidelista, va consolidándose en Venezuela. No hay lugar a dudas que Chávez hizo su travesía por ese “mar de la felicidad” y que regresó muy empapado de sus tradiciones. Comenzó por darse a pronunciar las mismas peroratas sin fin, por aquello de las horas que tanto él como Fidel invertían en esos maratónicos discursos para exclamar “que debían desaparecer todos los partidos”. ¡Que se vayan todos! Decían uno y otro para poner énfasis en el reclamo de “nuevos liderazgos y nuevas Seguir leyendo