Reflexiones en torno a un ensayo de Abdón Vivas Terán sobre Política Petrolera titulado: “Materiales para Evaluar la Política Petrolera de los Gobiernos RC I y RC II; Hacia una Política Petrolera Moderna e Integral, página 73, del libro “En busca de los Orígenes”, Ediciones PAVILO, Madrid 2020.(Con todo respeto hacia quienes han defendido este concepto de buena fe)
Desde 1920, cuando la industria petrolera venezolana comenzó a tener importancia mundial hasta hoy, 2020, han transcurrido cien años en los cuales el destino del país estuvo esencialmente atado a su industria petrolera. Durante la mitad de esa etapa, 1920 – 1975, la industria fue manejada por empresas foráneas, bajo el sistema de concesiones. Desde 1976 hasta hoy ha estado esencialmente manejada por el estado, en base a la figura de una empresa de su propiedad que ha tenido participación total o mayoritaria en las operaciones de la industria y en su gerencia, así como responsabilidad por su desempeño financiero.
El balance de esa etapa de control estatal de la actividad petrolera ha sido desastroso. Después de un período inicial en el cual la empresa estatal, PDVSA, se comportó muy bien y fue respetada por el sector político, fue progresando de manera insidiosa la intervención del estado en su funcionamiento. Con la llegada de Hugo Chávez al poder y la exacerbación del nacionalismo petrolero el deterioro de la industria petrolera se acentuó hasta sufrir un colapso de magnitudes inimaginables. Hoy en día la industria petrolera y el país están en ruinas. Por supuesto, mucha de la responsabilidad recae sobre los gobiernos y regímenes que han controlado la industria y utilizado sus ingresos, pero es evidente que la acción de estos gobiernos y regímenes ha estado guiada, con mayor o menor intensidad, por una ideología estatista y de pretensiones nacionalistas.
Cien años es tiempo suficiente para evaluar las bondades o defectos de esa ideología y sus resultados están a la vista. Se podrá argumentar que los culpables son los hombres indignos que han utilizado esa aspiración de manera indebida pero ese argumento no resiste el menos examen. Los hombres que han manejado la industria petrolera, aún quienes tuvieron las mejores intenciones, fueron influenciados decisivamente en su acción por la creencia que la actividad petrolera debía estar bajo el total control operacional, gerencial y financiero del estado.
Esta ideología nos ha llevado a la ruina.
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” Resumen final”
MIS COMENTARIOS SOBRE LA PROPUESTA
Cito in extenso el documento de Abdón Vivas Terán porque ello demuestra como en los mejores – y Abdón es uno de los mejores – la ideología nacionalista puede llevar a insistir en un rumbo que ha probado ser ruinoso. En efecto, este documento fue publicado, 2016, cuando ya el colapso y ruina de PDVSA era evidente y se podía presentir que los años subsiguientes serían aún peores. La sucesión de ladrones, gánsteres del chavismo en la dirección de PDVSA, sus desplantes ultranacionalistas y populistas llevaron a la entrega de lo que quedaba de la industria a empresas de segunda o tercera categoría de China, Rusia o Cuba y, paradójicamente, a una humillante desnacionalización.
No quedó duda alguna de que el nacionalismo petrolero delirante e incapaz de Rafael Ramírez Carreño, Ali Rodríguez, Eulogio del Pino y Manuel Quevedo, desembocaría en tragedia.
La propuesta de política petrolera que nos ofrece Abdón Vivas Terán no parece tomar en cuenta lo que nos ha sucedido y, aun cuando bien intencionada, incluye componentes que prácticamente han dejado de existir o han perdido sustancial vigencia, atropellados por las realidades petroleras internacionales de las últimas décadas. En efecto:
1. Ya la capacidad de la industria petrolera venezolana de generar cuantiosos ingresos ha desaparecido, aun cuando pueda ser razonable y moderadamente restaurada. La magnitud de las inversiones necesarias para ponerla en pie comprometerá las finanzas públicas venezolanas por décadas, disminuyendo el ingreso a ser utilizado para la recuperación de la nación;
2. Restablecer, recuperar PDVSA y proyectarla como empresa de rango mundial es ya imposible y, peor aún, una aspiración que terminaría hundiéndonos más en la miseria. PDVSA debe desaparecer lo antes posible. Venezuela no necesita una empresa estatal de petróleo
3. Ya la OPEP ha dejado de tener influencia decisiva sobre la estructura de precios por lo cual llamarla a hacerlo luce extemporáneo
4. Un Fondo de estabilización es una idea que tuvo mérito en su momento pero ya parece llegar tarde. No es que el concepto no sea válido sino porque ¿“con que nalgas se sienta la cucaracha? ”.
5. La promoción del uso de combustibles fósiles colide con la tendencia mundial de desfasar su uso en favor de energías menos contaminantes.
6. Lo mismo puede decirse del énfasis en la Faja y sus productos pesados. Creo que a la Faja del Orinoco la dejó el tren. Explicar por qué digo esto tomaría mucho espacio, pero es interesante mencionar que algunos ardientes defensores del nacionalismo petrolero así lo han reconocido (Carlos Mendoza Potellá).
7. Soberanía política, económica y estratégica son términos que han perdido mucho de su valor como banderas y deben ser vistos con cautela.
¿Nacionalismo petrolero? Espero que hayamos aprendido a utilizar este concepto con sensatez, con deseos de rectificación. No tropecemos dos y tres veces con la misma piedra.
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