Isabel Pereira Pizani. martes, 21 de abril de 2020
Burlarse de las “maestras en TV” que han aparecido en tiempos de cuarentena mostrando una ignorancia supina de los temas que tratan es burlarnos de nosotros mismos.
Si estas personas usan el calificativo de maestras es porque la sociedad lo ha permitido y nosotros, cada uno, individualmente ha cerrado los ojos frente a un evento desgraciado como significa la degradación del título más noble que se pueda concebir “maestro”
Una de la tareas anunciadas por el régimen ha sido la creación masiva de falsos maestros. Colocar la responsabilidad de educar a quienes evidentemente están urgidos de ella. Puedo imaginar los resultados de cualquier evaluación de estos candidatos a maestros, su manejo del idioma, las habilidades matemáticas, la capacidad de análisis de estos futuros docentes, sus valores, obligados a desempeñar una responsabilidad alejada totalmente de sus posibilidades.
Preguntemos cuál puede ser el resultado de esta innoble iniciativa de empujar al abismo las oportunidades de educación de miles de niños y adolescentes y cuáles serían las consecuencias morales para aquellos que se vean obligados a engañar y mentir participando en esta miserable tarea. Un gobierno que destruye la posibilidad de alimentarse, el acceso a la salud y la educación no le queda más que aceptar su derrota total. Los 200.000 docentes que han emigrado lo han hecho por hambre, imposible vivir con 3 dólares al mes. Nadie, ningún régimen ha podido mantenerse gobernando indefinidamente sobre cadáveres, masas famélicas e ignorantes, por muchas armas que los respalden
El régimen pretende graduar en 450 horas, 20 días de cursos y talleres, a sustitutos de profesionales de la docencia formados en universidades y en pedagógicos universitarios. Docentes chimbos, como denuncia el tenaz dirigente sindical Froilán Barrios. El único requisito exigido es ser militantes del Frente Francisco de Miranda, ser parte de la Chamba Juvenil, Hogares de la Patria, militar en el PSUV o ser tropa miliciana. En estos programas la exigencia es la obediencia, la subordinación ideológica e infelizmente, estar sometido a la dictadura de las necesidades básicas. En las antípodas del modelo finlandés, cuya clave es: padres, alumnos y Estado respetan al maestro.
Es el sentimiento que nos embarga cuando vemos a las maestras en TV realizando tareas sin ninguna preparación, jóvenes algunas, que en lugar de estar en aulas con maestros de verdad, en laboratorios, talleres, en escuelas técnicas que les provean los conocimientos y las destrezas para su futuro desempeño, se ven sometidos por hambre a tareas incumplibles para el momento de sus vidas.
Estas maestras en TV son la demostración más clara del fracaso del régimen, incapaz de brindar oportunidades a los jóvenes de construir capacidades, aprender, fortalecer valores, desempeñar algún oficio que sea la clave de su desarrollo personal que les permita escoger el buen camino de su progreso individual.
Ver en las pantallas a estas maestras es una agresión con nuestros hijos, con los niños y adolescentes que serán expuestos a una formación deficiente, ideologizada y torcida por parte de personas que requieren estar inmersos en procesos educativos.
Esta intención de convertir en maestros a personas sin ninguna formación se constituye en un doble robo a la sociedad, a las familias por el engaño que significa entregar la invalorable batuta de maestro a personas sin ninguna capacidad y por la pérdida de oportunidad de nuestros niños y adolescentes de ser guiados por verdaderos docentes.
Hasta ahora nos ha sido muy difícil unirnos para encontrar el camino que permita terminar la usurpación del régimen criminal, pero ante la intención de pervertir la educación de nuestros niños y jóvenes estamos en la obligación de reaccionar. Cuando se meten con un niño, cualquiera sea, se están metiendo con todos nuestros niños y están además envileciendo y desmoralizando aquellos que se presten a participar en tal vil engaño.
Podemos reflexionar sobre el impacto de las maestras en TV, que seguro son una muestra representativa de muchas que han sido premiadas con el titulo de maestro sin tener ninguna condición para ello.
Surge entonces la gran tarea, tenemos que saber quiénes son los maestros que tienen en sus manos las escuela y liceos del país. Cuán responsable son, tienen plena conciencia del ataque a los derechos de aprender de un niño que conlleva la usurpación de este título. Habrá que evaluar, fortalecer la enseñanza de los maestros, abrir reales oportunidades para que puedan cumplir sus tareas, más que mofarse de la ignorancia exhibida es un llamado a ver la realidad de frente. Si esas maestras fueron seleccionadas para grabar esos videos, cómo serán las que no fueron elegidas.
Como decía Andrés Eloy: “Cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos de la tierra, al hijo de la casa y al de la calle entera”. Hoy vale más que nunca nuestra lucha: se trata de todos los niños y jóvenes de Venezuela y de sus maestros.
Publicado por EL REPUBLICANO LIBERAL en 6:15