William Anseume
diciembre 13 2019, 1:18 pm Posteado en: Opinión
El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ese de Maikel Moreno y otros “magistrados” oscuros en los “haberes”, más bien carencias, que los componen, siguen enfilando despiadadamente sus torpedos nauseabundos contra el valor ético, moral, político de las universidades. El TSJ parece querer sustituir a la desinflada y más carente Asamblea Constituyente, otro bodrio, como fue, ejecutor de la dominación que se plantearon desde el poder para los atropellos a los ciudadanos. El historial de ese TSJ y de quienes lo componen es tenebroso. Además de que algunos han sido sancionados, por “niños buenos”, por los EEUU, no han ocultado pertenencias partidistas o afiliaciones con el régimen, por si existe alguna sospecha de “separación de poderes”.
Ese TSJ impidió hace años la realización de elecciones rectorales en las universidades. También lo hizo con las estudiantiles, pero los chamos se vacilaron eso en todas y siguieron adelante con sus renovaciones políticas, como corresponde, y en algunos casos, como en la USB, eligieron hasta sus representantes ante los cuerpos colegiados. Ese TSJ gestó la sentencia 324, luego ratificada, para acelerar unas elecciones rectorales que, según quienes se encargan de realizarlas, no calzan en el tiempo estipulado para su ejecución. O sea, la decisión prácticamente consiste en imponer autoridades rectorales en la UCV y las demás universidades, para adueñárselas y avanzar en la expropiación de derechos ciudadanos: educación, autonomía universitaria, libertad de cátedra, entre otros. Tienen conciencia de que una universidad libre es la antípoda del avance de la tiranía.
Ese TSJ acaba de emitir un fallo desproporcionado contra dos respetados miembros de la comunidad universitaria: Manuel Rachadell y Miguel Albujas, simplemente por el hecho de que la Asamblea Nacional, en realidad el único ente del Estado con legitimidad en un país carente de conformación manejable tanto del Estado, de la legitimidad y de la legalidad, los nombró como sus representantes ante el Consejo Nacional de Universidades (CNU). EL TSJ desconoce a la Asamblea Nacional (AN) y sus actuaciones, además de arrogarse sus competencias; esa AN que, con carantoñas incomprensibles, incorporó a los miembros del PSUV que se habían retirado y cuya representación había quedado sin efecto por diversos motivos, además del abandono. O sea, el TSJ desconoce también la participación de esos payasos aplaudidores recién incorporados en las decisiones de ese cuerpo político. Y que no venga, en todo este largo episodio bochornoso de los ataques del régimen dictatorial contra las universidades y los universitarios, quien hace de Ministro de Educación Universitaria del despotismo a decir que desconoce ese accionar del TSJ cuando pide que se alargue el plazo para las elecciones como pauta el poder establecido. No se trata de plazos, se trata de legalidad, de constitucionalidad, de respeto a la Autonomía. Se trata de libertad.
Ya apreciamos que, en una apretada decisión, el CNU designó malamente una autoridad que también por los retruécanos del poder, ocupará el rectorado de la ilustre Universidad del Zulia. Esto tal vez no hubiera ocurrido si Rachadell y Albujas hubieran efectuado la incorporación a sus cargos, como corresponde. Pero para ellos, quienes nos atropellan desde supuestos tribunales, u organismos de búsqueda de prosternación universitaria, se trata de apoderarse de la libertad de nuestras instituciones y para nosotros de librarnos de los atropellos permanentes del poder. Como debemos insistir en denunciar internacionalmente.
Se apropian del CNU, se apropian de universidades, donde se elabora el pensamiento crítico libre y, por supuesto quieren profundizar la apropiación de los ciudadanos, no sólo con bolsitas y perniles. Debemos oponernos, desde la Asamblea Nacional, desde las universidades, desde los partidos políticos, desde la ciudadanía más común y más corriente, al acabamiento de esas instituciones que representan una resistencia continua al arrollamiento de los Derechos Humanos y de la libertad. La manera la han pautado los estudiantes, entre otros miembros de nuestra comunidad: elegir atenidos a las leyes, a la constitución, a nuestros reglamentos electorales. Vienen por nosotros: no es cuento. Enfrentemos con todas nuestras fortalezas lo que ellos consideran deben ser los últimos embates para doblegarnos. Lo lograrán sólo si nos quedamos de brazos cruzados, pensando que es mentira, que no vienen, que no pretenden vulnerarnos hasta la destrucción. Saquemos todas nuestras armas: las de la inteligencia, las del convencimiento, las del saber. Digámoslo todos los días al país, al mundo. No tenemos escapatoria, más allá de seguir la lucha hasta desplazarlos del poder que manejan como lo que son: asesinos, torturadores, inescrupulosos delincuentes.