Un extracto del artículo en Prodavinci…..
La calidad de la atención médica en los servicios públicos
Para efectos de la eficiencia, medida en números, la memoria y cuenta del MPPS, que mostraba datos del 2016, reveló cifras alarmantes: 31,2% de mortalidad hospitalaria, cuando en 2015 era ya inquietante una cifra cercana al 5%. El fallecimiento de uno de cada tres pacientes que ingresan a nuestros hospitales habla de un pandemonio hospitalario. Esta cifra resulta elevada incluso para un hospital en plena guerra.
Por más excelencia, compromiso y mística que tengan los profesionales y trabajadores de los centros de salud que dependen del Estado, no puede haber eficacia, racionalidad y optimización en el uso de los recursos cuando no se cuenta con ellos. La Encuesta Nacional de Hospitales, llevada por los mismos médicos que laboran en los centros hospitalarios, mostraba que en el 2017 había un déficit del 78% de medicamentos esenciales y un déficit del 75% de material médico quirúrgico indispensable. En cuanto a servicios de apoyo, la inoperatividad de los servicios de ecosonografía era del 71%, para radiología del 89% y para tomografías computadas del 94%, mientras que para los laboratorios clínicos la falla era intermitente o definitiva en el 97%. Además, el 50% de los pabellones quirúrgicos estuvieron inoperantes, como también lo estuvieron más del 40% de las camas hospitalarias.
Desde el punto de vista sanitario, es calamitoso el desempeño. Basta mencionar el paludismo en progresión geométrica: 125.000 casos en 2015, más de 240.000 en 2016 y unos 500.000 en 2017. Todavía no hemos digerido la reaparición de la difteria cuando se apuntala el sarampión y la desnutrición.
Mueren a diario los pacientes con enfermedades de alto costo, como enfermedades renales, cáncer o VIH. Se complican o mueren los pacientes con enfermedades crónicas, como los cardiópatas y diabéticos que necesitan medicación continua y sufren de un desabastecimiento que pasa del 80%. Así mismo, mueren personas por enfermedades comunes que no pueden ser adecuadamente atendidas o tratadas, como diarreas, neumonías o apendicitis.
La ayuda humanitaria es perentoria, pero no corregirá la ineficacia del modelo de gestión que llevan nuestras autoridades.
Nuestro reto
La actual crisis a la que nos ha llevado el modelo de gobierno les hace más difícil a los médicos conjugar los verbos con los que se ejerce la medicina, como lo son curar, cuidar, mitigar y acompañar al enfermo. El reto que tienen hoy los médicos que no se quieren ir es resistir, adaptarse a nuevas realidades y aumentar los esfuerzos para mantener los mejores estándares de eficacia, eficiencia, atención oportuna, equitativa y segura a los pacientes y usuarios. Toca resistir y apuntar a un cambio de modelo estructural de país a fin de poder ofrecer la medicina de primer mundo que los venezolanos merecen.
Samir Kababe – Prodavinci – 21/2/2018