(RV).- Tal como estaba previsto, la mañana del segundo lunes de junio el Santo Padre Francisco realizó una visita a la sede del Programa Mundial de Alimentos (PAM). En su primer discurso ante los participantes en la Sesión anual de la Junta Ejecutiva del PAM, el Obispo de Roma afirmó que “no podemos naturalizar el hambre de tantos; no nos está permitido decir que su situación es fruto de un destino ciego frente al que nada podemos hacer”. Porque cuando la miseria deja de tener rostro, podemos caer en la tentación de empezar a hablar y discutir sobre “el hambre”, “la alimentación”, “la violencia” dejando de lado al sujeto concreto, real, que hoy sigue golpeando a nuestras puertas.
“Cuando faltan los rostros y las historias – afirmó asimismo el Pontífice – las vidas comienzan a convertirse en cifras, y así paulatinamente corremos el riesgo de burocratizar el dolor ajeno. Las burocracias mueven expedientes; la compasión, en cambio, se juega por las personas.
El Papa recordó que nos encontramos ante un extraño y paradójico fenómeno: mientras las ayudas y los planes de desarrollo se ven obstaculizados por intrincadas e incomprensibles decisiones políticas, por sesgadas visiones ideológicas o por infranqueables barreras aduaneras, las armas no; no importa la proveniencia, circulan con una libertad jactanciosa y casi absoluta en tantas partes del mundo. Y de este modo – explicó – son las guerras las que se nutren y no las personas. Y mientras las víctimas se multiplican, el Santo Padre dijo que aunque somos plenamente conscientes de ello”, “dejamos que nuestra conciencia se anestesie y así la volvemos insensible”.
Al destacar que el Programa Mundial de Alimentos con su trayectoria y actividad demuestra que es posible coordinar conocimientos científicos, decisiones técnicas y acciones prácticas con esfuerzos destinados a recabar recursos y distribuirlos ecuánimemente, Francisco los animó a no dejarse “vencer por el cansancio”, y les dijo que no permitan que las dificultades los retraigan. Sino que crean en lo que hacen y “continúen poniendo entusiasmo en ello, que es la forma en que la semilla de la generosidad germine con fuerza”.
En cuanto a la Iglesia Católica, el Papa recordó que siendo fiel a su misión, quiere trabajar mancomunadamente con todas las iniciativas que luchen por salvaguardar la dignidad de las personas, especialmente de aquellas en las que están vulnerados sus derechos. Y para hacer realidad esta urgente prioridad de “hambre cero”, el Santo Padre les aseguró todo su apoyo y respaldo a fin de favorecer los esfuerzos encaminados, a la vez que se despidió pidiendo que Dios Omnipotente sostenga con su bendición el trabajo de sus manos.
(María Fernanda Bernasconi – RV).