Elides J. Rojas – El Universal – Sobre la marcha -16.04.2015
01:21 PM
La definición académica de corralito pasa por varios estados. Uno general, que implica el cerrojo amplio, extendido y riguroso aplicado a toda la sociedad, incluidas sus mascotas. Luego el corralito se va haciendo más específico en sus grados y materias: hay, por ejemplo, corralito financiero que tiene que ver con el secuestro del dinero de la gente y la aplicación de un candado en las operaciones en divisas.
Pero el corralito no se queda ahí. Hay gobiernos que lo aplican en renglones como mercados de comida y hasta para comprar un aparato electrónico. El corralito, por norma general, es una medida, según los más esclarecidos académicos, que se origina en la peladera, en la quiebra del Estado, en la ruina del gobierno. Es una necesidad de sobrevivencia para gobiernos arruinados. Casi siempre el corralito coexiste con el llamado trapo rojo, otra materia estratégica que para los expertos es parte integral de la forma de ser de un gobierno que hundido en la más penosa miseria todavía tiene arrestos para echársela de bravo y excelente, frente a sus ciudadanos. Es decir, mientras más quebrado y fracasado esté un gobierno más trapos rojos lanzará para mantener a sus súbditos entretenidos con cosas como una guerra contra Estados Unidos, una pelea a puños con Uribe o un intercambio de boxeo contra Rajoy. Es parte de la comiquita diaria a la que debe adecuarse una sociedad perdida en la mediocridad, mientras el resto del mundo avanza entre mejores oportunidades y claros pasos favorables en prosperidad y mejor calidad de vida para los ciudadanos.
Por eso no es mentira ni exagerado afirmar que en Venezuela se vive uno de los corralitos más poderosos del mundo, uno de los corralitos más feroces de la historia contemporánea. Y, claro está, entre trapo rojo y cuentos de camino la población es cada día más pobre, cada día más resignada y cada día más entretenida; mientras el gobierno fallido se mantiene en el poder, cosa que a la hora de la verdad es lo único que le importa. Veamos el corralito criollo, socialista y antiimperialista.
El venezolano no puede comprar divisas libremente, no puede comprar alimentos cuando quiera y como quiera, no puede comprar bienes y servicios según sus necesidades, no puede comprar la mayoría de los boletos aéreo en moneda nacional, el llamado bolívar tísico. No puede viajar al exterior cuando quiera. Contar con divisas es materia regulada por el Estado y limitada en todos los sentidos. No puede salir de noche sin que lo atraquen. No puede comprar carros. No puede comprar repuestos para los carros. No puede comprar baterías para los carros. No puede desarrollarse completamente como profesional en un ambiente lleno de restricciones y limitaciones, como es el caso de los médicos, los educadores o los ingenieros petroleros. No puede ir a los hospitales del sector público. Las listas promovidas por el gobierno para establecer la militancia política o la forma de pensar de la gente es usada para hacer de la polarización el alma del corralito socialista.
Patria, socialismo y corralito. Viviremos.
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