El abogado Julio César Arreaza fue nombrado vice-presidente de Petróleos de Venezuela en la primera directiva de la empresa recién nacionalizada, 1976-1979. Fue el único miembro de esa primera directiva que tenía filiación política y el presidente Carlos Andrés Pérez lo colocó allí para establecer un puente con la empresa y para garantizar que ella no se politizara, lo cual era el riesgo principal que corría el proceso que nacía. La situación de la empresa recién nacionalizada o, más correctamente, estatizada no era la mejor. Después de algunos años de indefinición petrolera, sin que hubiese una alternativa a la política de no más concesiones, la industria petrolera venezolana languidecía. Las empresas concesionarias habían dejado de explorar porque ellas ya no podrían aprovechar el resultado de esos esfuerzos. Las refinerías producían esencialmente combustible pesado pero ya las restricciones ambientales en los estados unidos, el principal cliente, demandaban productos menos contaminantes. Los yacimientos habían sido producidos al máximo, descuidándose los procesos de recuperación secundaria que hubiesen extendido sus vidas. La empresa estatal requería atención inmediata y cuidadosa. Caer en manos de los políticos hubiera sido trágico en esos momentos.
Carlos Andrés Pérez fue a visitarnos el primer día que ocupamos nuestras oficinas en uno de los pisos del edificio LAGOVEN, en Los Chaguaramos. Alrededor de una mesa de conferencias improvisada, sentados en sillas de metal plegables, de esas que ponen en los velorios, el presidente nos habló de la confianza que tenía en nosotros y la necesidad de que la empresa se manejara de manera profesional, gerencial, apolítica. Nos dijo: si ustedes reciben alguna vez una recomendación para emplear a alguien por conexiones políticas, hagan esto. Y tomó un papel, lo arrugó entre sus manos y lo botó en el cesto de la basura. El Dr. Arreaza sabe que ese es mi propósito y estará pendiente de que ello se haga así.
Julio César no era un petrolero ni había tenido extensa experiencia gerencial pero era un hombre de mucho sentido común y de una honestidad a toda prueba. Durante los duros debates sobre racionalización de empresas, en los cuales afloró una tendencia a favorecer a CVP por ser empresa del estado, Arreaza se mantuvo al margen de las discusiones, sin tratar de promoverla a expensas de otras empresas que representaban las ex-concesionarias. Su labor fue la servir de puente entre el mundo político y los técnicos de la empresa matriz y de las empresas operadoras y de amortiguador de las fricciones que afloraron entre la nueva empresa estatal de petróleos y el Ministerio de Energía y Minas sobre asuntos diversos tales como el destino de la Faja del Orinoco, el cambio de patrón de refinación, los contratos tecnológicos a ser suscritos con las ex-concesionarias y otros temas de gran interés para la industria. Arreaza era un hombre del ministerio y quizás su corazón estaba allí pero nunca recuerdo haberlo visto parcializado sin motivo.
Cuando llegó al poder COPEI y el General Alfonzo Ravard fue reemplazado, el Dr. Arreaza puso su cargo a la orden. Se retiró tan discretamente como había servido en la vicepresidencia de la empresa. Su opinión siempre fue sensata, sin pasiones, conciliatoria. Le hizo un gran servicio al país desde su posición en PDVSA y siempre fue fiel colaborador del General Rafael Alfonzo Ravard, el mejor presidente que PDVSA ha tenido desde su creación.
Julio César Arreaza falleció ayer a los 92 años. Tuvo una vida de destacado funcionario público y una limpia trayectoria política. Sirvió, rindió cuentas, se retiró dignamente. Fue un gran ciudadano.
Tomado del blog de Gustavo Coronel (02/03/2015) : http://www.lasarmasdecoronel.blogspot.com/