Sin gobernabilidad
Julio César Arreaza B
El Estado de la Nación al arrancar el nuevo año 2015, revela con nitidez fotográfica la situación letal, la realidad explosiva en que nos encontramos sumergidos, el colapso general que sacude al país en los interconectados órdenes económico, social, político y moral. Por cualquier ángulo donde se le mire y analice resalta como causa principal la aplicación de un modelo equivocado que hoy nos golpea con el látigo de una crisis general de enormes proporciones y gravísimas repercusiones.
El régimen exangüe que ya lleva 16 años, falto de sindéresis y escrúpulos, dispone de vidas y haciendas ajenas, mientras impone el modelo confiscador, totalitario, hegemónico y corrupto. Durante el largo tiempo de las vacas gordas, no ahorró ni invirtió en desarrollo, sino que dilapidó la bonanza petrolera, y ahora al bajar los precios despertamos con la lacerante realidad de darnos cabezazos con anaqueles vacios de productos de primera necesidad. Acabó con el aparato productivo, encandilado con el robo que implica las groseras comisiones de las importaciones.
Fracasó rotundamente el modelo aplicado a juro por un accidente histórico que a su vez impuso a un heredero sin luces para el difícil arte de gobernar. Su conducción desatinada ha consolidado un estado de ingobernabilidad, de desconfianza y desesperanza, mientras se viola abiertamente la Constitución, leyes de la república y los derechos humanos.
Una gafe, una boutade, otra metida de pata comete el torpe conductor cuando pasa por encima de la judicatura, y propone sin facultad para ello, el cambalache del preso político Leopoldo López. Las miserias quedaron al descubierto.
Esta monumental crisis sólo es dirimible mediante la activación de la soberanía popular, exigiendo la renuncia del ocupante de Miraflores, acompañada de una transición con un gobierno de amplia base que convoque a elecciones generales.
Las monsergas socialistas ya no emocionan y al que menos le cuadran es al desangelado presidente de la Asamblea, cuya juramentación reveló la descomposición del régimen. Se evidenció la improvisación, la piratería, el mal hablar, la ejecución de gastados trucos por quien carece de gracia. Más que la instancia de la representación plural, aquello parecía un aquelarre donde tenía lugar una pésima parodia de la recordada radio rochela. Compadre llamó al primer vicepresidente al juramentarlo y querida comandante a Tania Díaz. Bochornoso.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!