10 de enero 2015 – 00:01 – El Nacional
015 se presenta difícil no solo para Venezuela sino para el mundo en general. Aun cuando puedan percibirse algunos atisbos de racionalidad, lo cierto es que las manifestaciones irracionales –o poco realistas para decirlo con menos agresividad– también ocupan lugares y titulares en la prensa internacional aun cuando la tragedia venezolana nos impida o dificulte darnos cuenta.
Veamos el caso del surgimiento exponencial del partido Podemos en España que ya amenaza al menos la estructura bipartidista (PP-PSOE) que imperó en aquel país desde el restablecimiento de la democracia. El carisma de su líder Pablo Iglesias, un joven demagogo con algún lustre intelectual, viene siendo la réplica casi calcada del cuadro venezolano de 1998, cuando importantes sectores de nuestra población vieron en Chávez al mesías que salvaría a la patria de los excesos que para entonces ya se experimentaban como producto de la degradación de la clase política. Parece que en España no quieren tomar nota de que esos mismos individuos –muy bien tarifados, por cierto– fueron quienes aconsejaron durante años desde Miraflores al Comandante Eterno para transitar los caminos del desastre.
En Grecia, donde habrá elecciones generales en 25 de este mes, se perfila como posible vencedora la coalición Syriza constituida por grupos de ultraizquierda que agitan como bandera su desagrado por las medidas de austeridad que ha tenido que tomar el gobierno de Atenas –con la debida aprobación parlamentaria– para satisfacer las exigencias de los organismos que le han prestado dinero en cantidades importantísimas y quieren asegurarse la devolución. Pareciera que el programa de Syriza se concreta en continuar con un “Estado benefactor” pero con los contribuyentes alemanes pagando la cuenta de los beneficios que ellos mismos no quieren afrontar. ¡Imagínese usted a la señora Merkel pidiendo a sus electores que saquen dinero de su bolsillo para atender programas insostenibles para beneficio de los griegos!
En nuestro continente los argentinos se preparan para afrontar –ahora sí– el dilema patria o buitres que pretende forzar la confrontación entre quienes quieren cobrar sus acreencias amparados en un fallo judicial emitido por un tribunal neoyorquino cuya jurisdicción fue libremente pactada y quienes creen que saltarse las leyes a la torera brinda mayor beneficio político, como ha venido siendo el caso desde que estalló el escándalo. Es posible que Argentina se salga con la suya forzando nuevas condiciones de pago, pero lo que sí es seguro es que el que cae dos veces en default en diez años no parece buen candidato para reingresar en el circuito financiero internacional. No importa si la OEA, la ONU, Unasur o el Padre Eterno se deshagan en solidaridades. Los reales los tienen quienes los tienen y esa es la triste realidad. O te acomodas o te friegas. No es que esto sea lo ideal, simplemente es lo que ocurre.
Y como corolario digamos alguna palabra sobre nuestra propia bizarra situación. Se convocan y realizan ruedas de prensa en las que no se anuncia nada, se repite que va a reactivarse la actividad económica y reforzarse las reservas internacionales sin que se avizore con qué, se crean más y más organismos de control, mientras el pobre Nicolás sale corriendo para China a pedir otra ración de salvavidas anunciado que los orientales “no ponen condiciones” como los perversos capitalistas de Occidente. Yo te aviso chirulí… cuando nos percatemos de la realidad, se destape la olla y veamos hasta dónde estamos hipotecados además de –para peor– solos y colgados de la brocha en el nuevo y cambiante escenario internacional. Una cosa era cuando el Eterno irrumpía en Moscú o Pekín con las alforjas llenas para comprar armamento y espejillos y otra cuando llega Nicolás en avión prestado, con la estantería destrozada y sin nada que ofrecer que no sea la entrega incondicional de todo aquello que hasta ayer llamábamos “soberanía” sobre los recursos.
Este columnista deja sentada su posición en el sentido de que el arreglo del entuerto debe provenir de las filas del gobierno, hasta –pudiera ser– con alguna mano ofrecida por el país nacional. Dios nos libre de un golpe de Estado que colocara a la hoy oposición en Miraflores para tener que calarse que la piñata reviente en su mano. El que puso la torta que la arregle –si puede– para que no sea que a la vuelta de seis meses nos veamos con el cuadro de las multitudes pidiendo que regrese el chavismo por otros cincuenta años.