Gustavo Coronel
Primera verdad: el monto de las reservas probadas de petróleo venezolano ha sido objeto de una falsificación por parte del régimen , para hacer aparecer a Venezuela como el país que posee las mayores reservas petroleras del mundo. Ese monto ha sido calculado en violación de los criterios internacionales que rigen ese concepto. Para ser definida como probada una reserva petrolera debe tener certeza mayor al 90% de existir ; debe ser técnicamente recuperable en un cierto período de tiempo; debe ser económicamente recuperable; debe ser políticamente factible llevar a cabo ese proceso de recuperación. En el caso de los crudos pesados y extra pesados y bitúmenes de la faja del Orinoco la certeza geológica e ingenieril de la existencia de los yacimientos y de su comportamiento bajo producción no existe en grado suficiente, puesto que la información existente sobre la continuidad y comportamiento de estos yacimientos es todavía incipiente. Lo que el régimen hizo fue adoptar, de manera arbitraria, un coeficiente de recobro del petróleo en sitio de un 20%, el doble de lo que se había estimado en base al conocimiento existente. En otras palabras, las reservas petroleras probadas de la faja del Orinoco fueron dobladas por decreto., lo cual es fraudulento y carente de valor.
Segunda verdad: La calidad del petróleo de la Faja del Orinoco es baja y, por lo tanto, este petróleo no es comercializable tal cual. Requiere de plantas de mejoramiento para ser comercializadas o, en su defecto, de mezclas con petróleos más livianos. Ya esta mezcla con petróleos venezolanos más livianos se ha hecho imposible, en los volúmenes deseados, debido a la caída en la producción de estos crudos. De allí que sea necesario importar petróleo liviano para esta tarea. Por ello es que se dice que la importación de petróleo es una admisión de derrota para PDVSA, porque no han podido mantener la producción de sus petróleos livianos, así como no han podido construir las plantas de mejoramiento de crudos pesados que eran necesarias.
Tercera verdad: el futuro de los petróleos de la faja del Orinoco no está asegurado. A medida que pasa el tiempo y la producción continua estancada, en esa medida el valor comercial en el subsuelo es cada vez menor, sobre todo a la luz de los desarrollos energéticos que están ocurriendo en otros países: gas y petróleo de lutitas, petróleo canadiense, yacimientos nuevos en África, fuentes renovables de energía. Por eso hablo de una faja del Orinoco bajo el síndrome de Florinda en Invierno. Como Florinda, la del poema de Andrés Eloy Blanco, quien se quedó para vestir santos, la faja del Orinoco ha desdeñado muchos pretendientes y, de repente, pudiera no tenerlos. El padre de la niña la ve bella y apetecible pero los pretendientes pudieran verla jamona y arrugada. Por eso, quienes se le han acercado son pretendientes raros, medio niches.
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