El régimen “único” es absolutamente responsable de la gravísima crisis institucional de gobernabilidad por la que atravesamos, lo cual aunado al sobredimensionamiento de lo militar, su abuso actuando en política, ha producido prácticamente la disolución de la república. Hoy el poder se maneja bajo los términos de “único” y totalitario”.
El ejercicio del poder por el poder mismo tiene su epicentro en la genialidad perversa del criminal Fidel Castro, quien en los años 60 se estrelló contra la clarividencia del estadista sin par del siglo XX venezolano, Rómulo Betancourt, pero encontró en los 90 a un militar felón, mal formado y resentido, que supo utilizar a su antojo, para asegurarse el financiamiento del desgraciado proyecto de dominación cubana. Se entronizó en nuestro país el poder pretoriano, volvimos al siglo XIX; a cambio de los consejos del barbazas caribeño, se pagó con la cesión de la soberanía nacional, destruyendo y mancillando la dignidad republicana.
La tarea primordial de la democracia que vendrá, será la construcción y desarrollo de mecanismos institucionales de control civil efectivo sobre las Fuerzas Armadas y desterrar el virus pretoriano.
Nos referiremos a varios de sus elementos, tales como el ejercicio de una debida contraloría sobre las Fuerzas Armadas, en las compras de armas. Rescatar para el Congreso las facultades de control, supervisión y seguimiento de los gastos e inversiones militares. Acabar con el secretismo que sólo sirve para generar más corrupción. Evaluar la existencia de un sistema de seguridad propio, distinto y separado del que rige para los funcionarios del Estado. Control civil sobre los servicios secretos de inteligencia militar hoy en manos de un presidente autoritario. La aplicación de la justicia ordinaria para los delitos civiles cometidos por militares, y de ninguna manera el código de justicia militar. No aplicar a los civiles por razones políticas la justicia militar. Revisar la autonomía de los contenidos curriculares, el Plan educativo Andrés Bello, dio pie a la logia militar golpista. Cese del Plan República.
Con los elementos descritos estableceremos un control civil efectivo sobre la función militar, que jugará un rol importante definido para ella en democracia. Ya no veremos a militares pretorianos gobernando o actuando tipo arbitro, vetando a las autoridades civiles.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Julio Cesar Arreaza.
Diario 2001.