Elides J. Rojas
24.04.2014 11:21 AM
El gobierno de Chávez se caracterizó, y de eso sobran pruebas que todavía caminan por ahí, por su extrema piratería. Al igual que el comandante muerto, eso era hablar y hablar y nada de ejecución. Y lo poco que hacían lo hacían mal. Y la clave estuvo y sigue estando en el recurso humano. Porque si Chávez era y fue toda su vida un pirata de carretera, su sucesor y el resto del clan se lo llevan en claro. Si antes fueron improvisados y descaradamente irresponsables. Hoy andan jugando en las grandes ligas. Es, por mucho, el peor gobierno del mundo. Salvo Cuba, claro está. Esta última afirmación no es exageración. Basta ver los números y estadísticas en general para corroborar que Venezuela es campeón mundial en inflación, en inseguridad, en falta de seguridad jurídica, en crimen, en corrupción, en violación de Derechos Humanos, en inestabilidad eléctrica, en facilidades para montar negocios. Tiene además una de las monedas más fuertes de todo el mundo, el llamado bolívar tísico y una libertad cambiaria que permite que toda la economía fluya sin problemas. Es, por larga distancia, el peor gobierno del mundo.
Y no podía se de otra manera. El pirata comandante muerto se rodeo de colegas: militares y tantos piratas como él mismo y, para completar, se hizo asesorar por el otro gobierno más pirata del mundo, el de los hermanitos criminales del Caribe, Raúl y el premuerto Fidel Castro. Lo de los cubanos fue la guinda. Primero la asesoría, pero como los cubanos son unos vividores históricos no tardaron en apoderarse de todo y, como en efecto ocurrió, el comandante fallecido se los dejó todo. Les abrió las puertas por no decir otra cosa. Militares metidos a ingenieros, militares metidos a constructores cuando su carrera está diseñada para destruir. Militares metidos a abogados. Militares metidos a gerentes sociales. Militares metidos a comunistas. Militares metidos a economistas. ¿En qué podía terminar tamaña piratería? ¿De qué otra forma, que no fuera el más ruidoso fracaso, podía terminar este invento de poner a militares de muy precaria formación general al frente de todas las políticas públicas del país?
Pero hay más. Además de los militares, muchos de ellos con la sola experiencia de haber administrado y mal la bodega del cuartel, el difunto Chávez le pegó a la Administración Pública lo peor del mundo civil venezolano. Un montón de gente dedicada a sabotear el trabajo de los demás, a tirar piedras y a hablar paja en los bares que nunca en su vida había trabajado: se le conoce como la izquierda histórica y que no es más que un pelotón de gordos resentidos, borrachos casi todos que no saben ni sacar punta a un lápiz. Entonces el resultado es lógico. No podía se de otra manera. De esa liga de militares, cubanos e izquierda vaga y borracha no podía resultar otro país diferente a este barrial que está dejando esta cuerda de farsantes como herencia negra.
La economía, por ejemplo, la han manejado el propio difunto, un toero histórico; Rafael Ramírez, otro improvisado; Jorge Giordani, otro invento del resentimiento y el odio y, para cerrar con broche de oro, otro economista de invento, Nelson Merentes. Y ahora hay que agregar a Maduro, el sabio de Los Chaguaramos ¿O es El Valle? Los cinco culpables principales de la quiebra del país son esos personajes que en mala hora les tocó hacer las veces de gerentes sociales en un país que en efecto les quedó muy grande.
Y falta más sabor a Cuba. Por ahí viene.
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