AL COMPÁS DE LA CIENCIA
LA IGLESIA CATÓLICA, DOS TIEMPOS
GIOCONDA SAN BLAS
En lo que sería el año final de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, 1957, y en ocasión del día del trabajador, Monseñor Rafael Arias Blanco (MRAB), Arzobispo de Caracas, sacudió la engañosa modorra dictatorial con una audaz carta pastoral, leída en todas las iglesias de Venezuela. A más de medio siglo de su publicación, la carta sorprende por su resaltante y vigente mensaje social.
Haciendo valer el derecho irrenunciable de la Iglesia a actuar en lo social, MRAB habló de la rapidez con que el país se enriquecía, a pesar de lo cual “una inmensa masa de nuestro pueblo está viviendo en condiciones que no se pueden calificar de humanas”.
El desempleo, las deficiencias educativas y los bajos salarios hundían a muchos en el desaliento, “hechos lamentables que impiden a una gran masa de venezolanos aprovechar la hora de riqueza que vive nuestra patria”. Y en ánimo de lucha, da a los trabajadores un consejo inaceptable para la dictadura: “reunirse en sindicatos por ellos libremente escogidos, convencidos como estamos de que la clase obrera tiene que luchar con responsabilidad y decisión hacia la auténtica promoción obrera”. Nada que no podamos respaldar como referidos a los conflictos de hoy.
Ante una crisis social de magnitud similar a la de 1957, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) nos ofrece ahora un comunicado (2-4-14) que salvo unos breves párrafos pastorales, es un recio pliego político sobre los sucesos que sacuden a la nación.
“Causa fundamental de la actual crisis es la pretensión del partido oficial y autoridades de la República de implantar el `Plan de la Patria’, detrás del cual se esconde la promoción de un gobierno totalitario“, que impone restricciones a las libertades ciudadanas, inseguridad jurídica y ciudadana, ataques a la producción nacional, desabastecimiento, carestía.
La lista de reclamos episcopales se alarga con el rechazo a la visible criminalización de la protesta ciudadana, torturas y represión incluidas, y con la exigencia al gobierno de desarmar a los grupos civiles violentos.
“Los estudiantes pacíficos ejercen su legítimo derecho y merecen respeto”, demanda la CEV dos días antes de que una vez más en la UCV aquellos fueran asaltados, heridos y ahora vejados hasta la desnudez.
Insisten los obispos en que “el gobierno se equivoca al querer resolver la crisis por la fuerza. La represión no es el camino. Con ella no ha podido evitar las manifestaciones de protesta ni dar respuesta al descontento y la rebeldía de la gente”, al tiempo que nos invitan, al margen de simpatías políticas, a superar el odio y la violencia.
Tarea difícil, dados los niveles de barbarie a los que hemos llegado en 15 años. Habrá quien apele al poder divino, Iglesia mediante. Otros, en cambio, lidiaremos con fuerza terrenal con los agobiantes asuntos apuntados en el rotundo comunicado de la CEV.
Tal Cual, 10/04/2014, Política.