Maduro, Habilitante y Hitler
“ En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es
contrario a su dignidad humana, ninguna tiranía puede dominarle”
Mahatma Gandhi
Acabo de oír la solicitud de Nicolás Maduro, en su papel de presidente, de poderes extraordinarios, mediante la aprobación de una Ley Habilitante por el plazo, casi indefinido, de un año para atacar la corrupción y una guerra económica que dice sufrir su gobierno. Esta audacia se basa en lo previsto en el cuarto párrafo del artículo 203 de la constitución que exige la aprobación de las tres quintas (3/5) partes de los integrantes de la asamblea para delegar en el presidente sus funciones legislativas, previa determinación de las directrices, propósitos y marcos de las materias a decretar. Es una decisión extraordinaria y motivada por razones de emergencia de tiempo y circunstancias, como bien lo explicó el Dr. Jorge Pabón Raydán en su último artículo publicado en El Nacional, donde demuestra la degeneración constitucional y doctrinaria que ha sufrido este procedimiento en estos 15 años de tiranía.
El espectáculo transmitido por el canal de la asamblea nacional, ejemplo de manipulación y enajenamiento mental de sus locutores, estuvo precedido por entrevistas a parlamentarios del PSUV que descaradamente mentían sobre todos los tópicos que abordaban, y mentían con desparpajo; al pensar en esto solamente pude concluir que lo hacían validos de la circunstancia de su impunidad para engañar pues la casi total “hegemonía comunicacional” lograda hasta ahora por el régimen, les permitía el mayor cinismo. Están envalentonados para intentar cualquier disparate y abrogarse la autoría de obras ajenas pues no existe posibilidad mediática de desmentirlos o contradecirlos. Pueden decir que llegaron a la luna antes que el Imperio o que vinieron con Colón, y no se les arruga la nariz. Si no fuera grave, sería cómico o vergonzoso.
Luego llegó Maduro y su combo. Y allí comenzó lo curioso, trágico y similar a algo que me rondaba la cabeza sin asomar su aguijón. Aquello de la Coral Infantil en el jardín me recordó a los niños alemanes y su Führer.
Me preguntaba: ¿Para qué un régimen con holgada mayoría parlamentaria necesitaba una habilitación legislativa? ¿Por qué se perseguía a diputados de la oposición y se les inventaba, con la complicidad de la Fiscal, cargos y delitos para allanarles sus mandatos populares? Si para aprobar leyes y acuerdos contra la corrupción, y cambios en la política económica, o cualquier otra, se valían con su manada de borregos, dentro y fuera de la asamblea ¿Para qué una Habilitante, si para reformar o aprobar leyes están sobrados de mayoría? Cuando oía a los “parlamentarios” del PSUV entrevistados por su canal de tv decir que tenían órdenes de aprobar su delegación de atribuciones para que Maduro les hiciera el trabajo que por la constitución les compete, ello sonaba a rochela y engaño, a consigna de mitin. Que no había urgencia de tiempo ni razón para tal renuncia parlamentaria. Allí empecé a recordar, y guiado por la repetida frase de ese enfermo que se llamó Carlos Marx y que todos repetimos sin haberla leído en “El 18 de Brumario”: “La Historia se repite, la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como comedia” me puse a atar coincidencias y parecidos hasta que di con la tenebrosa y horrible repetición.
Adolfo Hitler logró el poder en 1933 pero no con todo el que necesitaba para desarrollar su locura y producir sus 50 millones de muertos; solamente en el escenario europeo, los japoneses harían su tanto en el Pacífico. Convenció al Presidente alemán, el anciano Mariscal Paul von Hindenburg, que disolviera el Parlamento alemán y convocara a nuevas elecciones. La maniobra no le dio a Hitler todo el poder sino tan solo alcanzó nuevamente una gran minoría de 288 diputados de 647, muy lejos de los 437, las dos terceras (2/3) partes, que necesitaba para tener el poder total. Algo así como el apetecido diputado 99. Entonces hizo algo muy parecido al linchamiento de hoy en la asamblea. Mandó a quemar la sede del Parlamento, el Reichstag, y acusó a los comunistas mediante la incriminación de un obrero comunista holandés como autor del incendio, de nombre Marinus von der Lubbe, a quien encontraron medio desnudo porque había utilizado parte de su ropa para provocar el fuego, en pleno invierno alemán, el 27 de febrero de 1933. Al sitio del acontecimiento se presentaron presurosos el mismo Hitler con su ministro Hermann Göring, después Mariscal y pretendido heredero, alguien como Diosdado Cabello o Miguel Rodríguez Torres. Se acusaron a los comunistas y se anularon sus 81 parlamentarios, algo así como los Mardo o Aranguren, con lo que redujeron el número total de 647 a 566. Listo esto, con sus 288 nazis y 52 nacionalistas, algo así como los polos patriotas, llegaron a 340 de 378 que necesitaban para su poder total pero en el camino convencieron a los del Partido del Centro Católico, algo así como William Ojeda, y llegaron a la sobrada mayoría de 414 votos para aprobar su “Habilitante”.
Esa habilitante de Hitler se denominó “Decreto del presidente del Reich para la Protección del Pueblo y del Estado”, algo así como la lucha contra la corrupción y la guerra económica. Logrado esto y bajo su imperio, Hitler cambió la ética del pueblo alemán y convirtió a una de las naciones más cultas de Europa en una horda de asesinos capaz de provocar millones de muertos ¿Notan las similitudes de tragedia y comedia? ¿Ya saben para qué es nuestra nueva “Habilitante”? ¿Lo vamos a permitir, o seguiremos creyendo que peor es otro escenario? Pensemos con patriotismo. Maduro nos dijo, histéricamente, al alimón con Diosdado, que viene “con todo”. No en vano “Mein Kampf”, “Mi Lucha”, de Adolfo Hitler, ha sido el libro de cabecera de Fidel Castro desde su tormentosa juventud.
Quiero, por último dejar dos confesiones personales nacidas del horrendo y premonitorio día vivido por la televisión. La primera, mi reconocimiento a los diputados de la MUD por aguantar con estoicismo al inicio, y mucho coraje después, el embate de las hordas rojas excitadas por Cabello y Maduro, cuales cobardes matones en su contra; merecen sus puestos de diputados. La segunda, mi más absoluto desprecio por el Alto Mando militar que acompañó a su Ministro, Almirante en “Jefa”, con aplausos ostentosos de traición a la patria y sumisión a expresiones de Maduro cocinadas en La Habana; ojalá que ese espectáculo lo hayan sufrido en los cuarteles y se hayan indignado los venezolanos que allí están al servicio de Venezuela. Que su vergüenza salve nuestro futuro.
Caracas, 8 de octubre de 2013. Luis Betancourt Oteyza