Elinor Montes.Abogado
El Cesspa consolida el poder rojo sobre la verdad y la libertad, valores a los que quienes creen en ellos no renuncian.
Con el “supremo compromiso y voluntad de lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo, la refundación de la nación venezolana,” el régimen pone en funcionamiento el Cesspa, Direccion Político-Militar de la Revolución Bolivariana cuyo objetivo es “unificar el flujo informativo”, para lo cual “solicitará, organizará, integrará y evaluará las informaciones de interés para el nivel estratégico de la Nación, asociadas a la actividad enemiga interna y externa”, “articulará las instituciones responsables de la seguridad, defensa, inteligencia y orden interno, relaciones exteriores y otros”, “solicitará información a instituciones públicas y privadas” para “prever y neutralizar potenciales amenazas a sus intereses vitales”, “controlará el cumplimiento de órdenes, indicaciones, precisiones y requerimientos que realice el Ejecutivo…en función de proteger y neutralizar los planes desestabilizadores en contra de la nación”, también declarará el carácter reservado, clasificado o de divulgación limitada de la información, hechos o circunstancias y coartará o limitará cualquier información desestabilizadora, que creen zozobra, que atenten contra la seguridad y la soberanía de la patria.
Como vemos, esta dirección tiene funciones similares a las distintas policías de seguridad creadas en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, tales como la “Comisión Extraordinaria de Todas las Rusias para Combatir la Contrarrevolución y el Sabotaje” (Cheká) conocida por su “terror rojo”, la Dirección de Política del Estado (GPU), que, entre otros, intervino en la colectivización de las granjas, se le atribuye un costo de 5 millones de muertos, la Dirección Principal para la Seguridad del Estado (GUGB), integrada en el Comisariato del Pueblo de Asuntos Internos (NKVD) y el Comité para la Seguridad del Estado (KGB).
La NKVD controló a la policía, la milicia, el sistema penal, incluidas las cárceles y campos de trabajos forzados ó Gulags (donde murieron 20 millones según testimonio de Levtchenko, exagente del KGB), entre otros, se hizo cargo de muchas empresas, con trabajadores forzados, ejecutó la persecución, exilio, deportación y confinamiento de personas calificadas como “socialmente peligrosas”; durante la “Gran Purga” realizada por Stalin para consolidar su poder, encarceló y ejecutó miembros del partido, oficiales del gobierno, militares y civiles.
La KGB fue un órgano de policía secreta con amplísimas atribuciones, inteligencia y contrainteligencia, espionaje, procesamiento y análisis de toda la información pública y privada para prever y neutralizar “actitudes nocivas” y “actos hostiles” a la revolución roja, investigó la corrupción, vigiló la lealtad del ejército, reclutó prácticamente a todas las personas para el sapeo, quien no colaboró fue apresado; desinformó, desacreditó, torturó y asesinó incluso a camaradas, controló dónde vivía y trabajaba la gente, también a los turistas para que no se mezclaran con los nacionales, ingresó a disidentes en hospitales psiquiátricos para anular su voluntad y personalidad, vigiló las fronteras para que nadie escapara, persiguió a las iglesias clandestinas, etc.
En todos los tiempos, pero más en éstos, es inaceptable que la verdad y la libertad para pensar, hablar, obrar o no obrar, queden sojuzgadas mediante organismos con poder ilimitado para espiar, censurar, calificar como desestabilizador o amenaza a cualquiera por cualquier cosa molesta al régimen, así como para hacer cumplir las órdenes del Poder Ejecutivo o de un partido a fin de neutralizar o eliminar a quien considere enemigo interno o externo y con ello imposibilitar el acceso al poder a cualquier otro.
Elinor Montes
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