Descomposición final
Julio César Arreaza B
“Marcos, vámonos de aquí, ya es hora que abandonemos el país, mira que el pescuezo no retoña”, palabras más, palabras menos, constituyen la dramática oración que le dirigió el general Luis Felipe Lloverá Páez a su compañero de ruta, cuando supo palpar y tuvo el suficiente tino, olfato para darse cuenta, que la descomposición del régimen perezjimenista era ya inevitable, nadie detenía su caída y el movimiento social, en la superficie y subterráneo así lo presagiaba.
Acto seguido los motores ruidosos de la “Vaca Sagrada”: el entonces avión presidencial sobrevolaba los cielos caraqueños la madrugada del glorioso 23 de enero de 1958; ese era el aviso manifiesto y visible que el dictador huía con sus secuaces. Desde ese momento estalló la alegría popular y el aire enrarecido se trocó en aires de libertad, estaba por inaugurarse los 40 años de mayor progreso en todas las áreas de la vida republicana, en la que el pueblo disfrutó de la democracia anhelada. Por fin iniciamos un periodo largo de estabilidad política, económica, social e institucional, nunca antes conocido.
Estos recuerdos vienen a mi mente, cuando observo la debacle del canalla Mario Silva, connotado comunicador del régimen, utilizado siempre por Chávez para dar sus mejores tubazos. El deslenguado salió corriendo hacia Cuba, en donde estará a resguardo, por ahora, de comparecer ante la justicia, para se juzgado por sus tropelías. Quién pudiera cobijar dudas aún sobre la naturaleza de un régimen que ha torcido vilmente la sacrosanta soberanía popular. Sale a flote la inopia y corruptelas de esta camarilla, estafeta de la Habana, que mancilla la dignidad nacional. Se murió Chávez y les vino el desastre, quedaron desnudos.
Nunca los demócratas hemos estado tan cerca de la victoria. Es la hora de acerar nuestro temple. Mientras ellos estallan en mil divisiones, la opción democrática está más unida que nunca. La noche oscura anuncia un nuevo amanecer, el tiempo se les acabó a los que simularon una revolución social y en realidad son una patética camarilla ahíta de dinero mal habido y de poder autocrático que no beneficia al pueblo, sino lo castiga con una terrible doble devaluación, una brutal inflación y escasez, fallas continuas en la luz eléctrica y el temor de salir asesinado al salir a la calle. Ya llevan 21 planes fracasados de seguridad.
@JulioCArreaza