Las universidades y el paro
Fernando Rodríguez
El caso de las universidades autónomas es uno de los más grandes crímenes de este régimen.
Simplemente como quiera que los universitarios, profesores y estudiantes, no han querido nunca plegarse al progreso autoritario y militarista, como se ha demostrado en todas las elecciones que se han hecho, se ha decidido extinguirlas, matarlas de hambre. Y lo están consiguiendo: los profesores se van por centenares, las dedicaciones se rebajan, los concursos quedan desiertos, los postgrados no tienen clientelas, los mejores hacen sus maletas y se van, los servicios se vienen al suelo, la investigación se extingue, la institucionalidad legal no existe, no da ni para hacer elecciones de autoridades. Una cuenta muy simple: una trabajadora doméstica suele ganas 250 bolívares diarios, por una jornada que en general no sobrepasa las cinco o seis horas, eso hace en veinte días mensuales 5.000 bolívares, un tercio más que lo que gana un profesor instructor a tiempo completo que ha hecho cinco años de carrera y al menos dos de maestría.
¿Qué otra cosa se puede esperar que el desastre que está sucediendo? Ciertamente se han intensificado las luchas gremiales en estas últimas semanas sin resultados tangibles. Entre tiempo ha habido un cambio de ministro por una persona que podría recordar cuánto le debe a la UCV en su formación y destino y quién quita que eso lo mueva a conversar con otros ucevistas del gabinete, con Merentes por ejemplo que tiene los cobres, y le pongan coto a esa carnicería intelectual que, como tanto se ha dicho, no sólo afecta a unas decenas de miles de agremiados sino al destino del país que no será el deseable sin élites muy bien entrenadas, capaz de conducirlo en un mundo donde el que no piensa y sabe en serio es bagazo, deshecho.
De no ser así y habiéndose utilizado todos los instrumentos gremiales de presión no queda sino el paro indefinido. Pues bien si la opción a éste es la destrucción de la universidad pues hay que utilizarlo, salga sapo, salga rana. Todos sabemos que universidades paradas es un drama que toca, directamente, a millones de venezolanos. Por no hablar del contagio sobre los años terminales del bachillerato que ven comprometido su futuro. Y no creo que este gobiernete desee enfrentar un problema de esa cuantía, que se suma a muchísimos otros, para empezar su legitimidad cuestionada y sus posibilidades de gobernabilidad. Muchos recordarán como Rafael Caldera tuvo que dar acelerada marcha atrás ante una situación semejante, después de una insensata intervención de la universidad.
Claro que es doloroso e indeseable los efectos que esto causa en estudiantes que quieren continuar su formación, pero la paciencia que han mostrado los gremios, durante años, rayana en algo parecido a la desidia, le da autoridad para asumir ahora ese desafío, macerado por la saña de los gobernantes.
Y quizás la vanguardia de esta lucha tendrán que ser los estudiantes que, realmente, no pueden presumir de su ímpetu en defensa de sus casas de estudio.
Posiblemente ésta es su hora de mostrar su conciencia de las dimensiones muy nacionales y también muy suyas de lo que pasa en esas industrias del conocimiento.
Aquí Opinan
Lunes 06 de Mayo de 2013. Pag.16. TalCual