Chávez, otro caudillo de la guerra fría.
(1)Por Miguel Iturria Savón.Publicado por Ancla insular el 9 marzo, 2013
Aunque no suelo pensar en Hugo Chávez, Evo Morales, Castro ni otros caudillos de América Latina de vocación mesiánica, confieso que la saga tragicómica montada en Venezuela tras la muerte del presidente Chávez me causa una mezcla de pena y repulsión, condicionada tal vez por haber crecido bajo el castrismo, fuente nutricia de los nuevos patriarcas populistas que tras llegar al poder dictan medidas a favor de de los desposeídos, a quienes utilizar como tropa de choque contra el resto de la sociedad, lo cual facilita la exclusión de unos en detrimento de otros.
Esta concepción binaria de amigos y enemigos es tan vieja como la propia sociedad y puede ser ilustrada con ejemplos puestos en práctica durante las décadas de Guerra Fría, a la que se afilió Hugo Chávez al tomar a Fidel Castro como patrón y a la dictadura cubana como modelo social.
La marea roja de los chavistas, el interminable desfile junto al féretro, la campaña mediática y el intento de santificación del difunto -momificado al igual que Lenin- por parte de la élite gobernante, más que pena causan pesar. Pesar por los intereses creados en torno al líder y por la estupidez de esa masa que lo aplaudía a cambio de pan y promesas, incapaz de pensar en las consecuencias de sus actos y en la probable condición de rehén a la que sería sometida por un caudillo que promovió el odio y la discordia para llevar a cabo sus planes de reforma.
El chavismo es un capítulo tardío de la Guerra Fría. Otro intento de dominación absoluta desde la maquinaria estatal. Chávez fue un híbrido entre la tradición caudillesca continental y el ministerialismo soviético. Él, como sus mentores cubanos, siguió los viejos esquemas de la desaparecida Unión Soviética. No logró aplicarlos al pie de la letra, pero mostró ser un aprendiz aventajado de los preceptos esenciales de aquel modelo que naufragó hace décadas aunque sobrevive en Cuba y Corea del Norte. Su Partido Socialista Unificado de Venezuela recuerda al de Alemania del Este, en tanto su distribución clientelar de la riqueza nacional evoca la exportación de los recursos de la URSS hacia sus satélites de Europa, Asia y el Caribe.
Pudiera seguir ejemplificando, mas en estos días los analistas de Iberoamérica se encargan de discernir cada ángulo del chavismo, las encrucijadas de Venezuela de cara al futuro y la orfandad de sus aliados del continente ante la partida del César bolivariano, quien de tanto reverenciar al Comandante de la desvencijada isla del Caribe heredó hasta el cáncer del viejo gurú. ¿Y el pueblo que creyó en el nuevo redentor? Pues seguirá en el limbo, como esos ancianos que cobran sus devaluadas chequeras en Cuba y a veces, solo a veces, hablan de los horrores que cometieron en nombre de la revolución y del líder que los dejó colgados en el trampolín de la miseria.
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(1)La Habana, 1956. Licenciado en Historia, postgrados en Arte, Literatura, Periodismo y Etnología. Ha publicado varios libros, reside en Cuba y ejerce el periodismo independiente.