“El gobierno más que construir, destruye”
Carlos Raúl Hernandez, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar, considera que la Ley Orgánica de las Comunas no es más que la continuación del propósito de crear un Estado totalitario en el país, que destruiría la representatividad de las instituciones democráticas establecidas
Por: Andrea Montilla Kauefati / www.correodelavila.com
A casi un año de que la Asamblea Nacional aprobase la Ley Orgánica de las Comunas con el objetivo de “darle más poder al pueblo”, el sociólogo Carlos Raúl Hernández cree que la normativa ya vigente les delega a los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela, las responsabilidades correspondientes a las alcaldías, concejos municipales y juntas parroquiales. Según el columnista del diario El Universal, la idea primordial es acabar con la pluralidad de poderes, en beneficio del presidencialismo.
— ¿Cómo ha afectado esta normativa la capacidad de respuesta de las alcaldías y gobernaciones?
—La mayoría de las cosas que hace el gobierno, más que construir el proyecto político que pretende, es destruir las instituciones existentes. Efectivamente, eso es lo que ha ocurrido con ese proyecto de Estado comunal. Ese poder comunal no se ha convertido más que en un factor de distorsión y de corrupción administrativa; de distorsión de la función de los concejos municipales y de las alcaldías, y que ha suprimido prácticamente las juntas parroquiales, que cumplían una función extraordinaria de participación ciudadana. Prácticamente las ha vaciado de contenido y lo que ha pretendido es crear un brazo del PSUV, con el resultado que tenemos: políticas enloquecidas, tomas de estacionamientos, amenazas contra los dueños de pensiones. Está sembrando ingobernabilidad y no ha podido construir absolutamente nada.
—¿Es esta ley la base del nuevo proyecto político que se pretende instaurar?
—Es una ley dentro de una concepción. Todo lo que hace el gobierno está movido por la misma concepción, que es el propósito de crear un Estado totalitario. Todas las cosas que está creando -por supuesto, falsas formas de participación ciudadana-, son tentáculos del partido de gobierno para tratar de apropiarse de la sociedad. Lo que estamos creando es un sistema “hugólatra”, del culto a la personalidad. Lo que se persigue es que en un momento dado estén todos arrodillados frente a Hugo Chávez.
—Se habla de la utilización del trueque como forma de economía popular y otros aspectos relacionados con aspectos de organización social antiguos. ¿Tienen vigencia, en pleno siglo XXI, estos elementos? ¿Es posible llevarlos a la práctica?
—Todo eso forma parte de ese proyecto anacrónico que significa la revolución bolivariana. Es lo que llamaría Vargas Llosa una “utopía anacrónica”. Es poner a los venezolanos con los gallineros verticales, como lo ha venido haciendo, y bañarse con una totumita. Todas esas cosas que forman parte de una visión campesina que tiene el Presidente, convertida en una utopía para ofrecérsela a todos los venezolanos. Eso, por supuesto, no tiene ningún sentido ni ninguna sensatez. Es un disparate más del gobierno.
—Se habla también de que se pretende dar más poder al pueblo con esta ley. ¿De qué forma se materializaría esa propuesta?
—Es todo lo contrario: es quitarle el poder al pueblo y dárselo al partido de gobierno. Porque la única manera de darle poder al pueblo es que se atomizara el poder. Es hacer que los ciudadanos, independientemente de sus creencias políticas o religiosas, participen, expresen su opinión y se hagan sentir a través de los organismos institucionales que el Estado ha creado para ellos, a través de organismos que son pluralistas, como los concejos municipales, las alcaldías o las juntas parroquiales. Lo que han hecho ahora es debilitar esos organismos de representación, donde está toda la sociedad, para hacer una delegación de poder en los militantes del partido de esas circunscripciones que llaman comunas.
—¿De qué forma esta ley le da mayor poder al presidente de la República?
—En las sociedades democráticas existe lo que se llama pluralidad de poderes. Hay alcaldes que son de un partido, gobernadores que son de otro. La sociedad toda, a través de sus mecanismos institucionales, se hace representar en sus más variadas opciones. Esa es la manera como las sociedades se hacen sentir frente al gobierno. Ahora lo que se pretende es hacer que las escalas municipales o comunales dependan del financiamiento y de la opinión del presidente de la República. Toda esa maquinaria que quiere crear, llamada las comunas, está financiada por el Ejecutivo a través de la Secretaría de la Presidencia de la República. Es un brazo directo del mandatario nacional.
—¿En qué otras sociedades se ha querido implementar este sistema político-social? ¿Cuál ha sido el resultado?
—En Cuba, en China, en la Unión Soviética, en Camboya, en Vietnam, en Corea del Norte. Esta idea del poder comunal es directamente importada de todos esos países. Precisamente por su propia incompetencia se desplomó este sistema. Cuba y Corea del Norte son ahora dos países damnificados de la sociedad contemporánea, que todo el mundo mira con lástima.s