Marx -Rigoberto- fue un zonzo
Yo desbrozo rapidito: sin la menor duda, mi anticomunismo es una “enfermedad del espíritu“
EMETERIO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
domingo 3 de octubre de 2010 12:00 AM
Rigoberto Lanz se niega férreamente a discutir sobre Marx. Insiste en que “para tener un mínimo diálogo sobre cualquier cosa, es preciso hacer un desbrozamiento“. En este caso: precisar si mis críticas obedecen a que yo padezca alguna “enfermedad anticomunista del espíritu” o se trata -más respetablemente- de un pensamiento reaccionario “que se expresa… con ideas, reflexiones y argumentaciones”. “Dos planos bien diferenciados que no se pueden confundir”. Palabras textuales de Lanz, en El Nacional del 24-09-10. He puesto en cursivas la frase “sobre cualquier cosa” por lo siguiente: ¿debe uno suponer que si alguien le plantea a Rigoberto una tesis ridícula “sobre cualquier cosa” -por ejemplo, que los perros vuelan o la gravedad no existe- él antes de acusar de zonzo al tipo exigirá el desbrozamiento de rigor, intentará precisar si aquél padece alguna “enfermedad del espíritu”?
Que es más o menos lo mismo que ocurre hoy con las tesis básicas de Marx, por exagerado -o tremendista de mi parte- que pueda parecerle al amigo lector. Defender hoy El Capital, su obra cumbre, es casi tan idiota como negar la redondez de la Tierra, la inviabilidad radical del Comunismo , o la identificación plena entre Hitler y Stalin como asesinos masivos. Creer que el valor de cambio de un bien -en una Economía Capitalista- tenga algo que ver o, peor aún, dependa exclusivamente, como dice Marx, de la cantidad de trabajo que dicho bien requirió, es casi tan imbécil como creer que los cuerpos caen hacia arriba. No haber descubierto, a mediados del siglo XIX, que el valor de las mercancías deriva ¡¡de su escasez relativa!!, es casi tan tonto como no saber que la sangre circula. O como no saber que esa Escasez Relativa opera igualito en absolutamente cualquier tipo de economía, desde el Capitalismo más salvaje ¡¡hasta la comuna más sublime, conformada por los monjes trapenses o benedictinos más espirituales que podamos imaginar!! Es no haber descubierto que el Valor de Cambio es una categoría estrictamente natural y no una de carácter social como el bobo de Marx nos hizo creer. Porque cuando uno de esos monjes done o comparta con otro un bien terriblemente escaso que él produjo, eso no tendrá el mismo valor (¡¡económico o espiritual!!) que si le estuviese donando un bien superabundante.
Yo no tengo problemas en complacer a Rigoberto con lo del bendito desbrozamiento, yo desbrozo rapidito: sin la menor duda, mi anticomunismo es una “enfermedad del espíritu”, como él insinúa. Me enferma este empeño de Chávez en imponernos el Comunismo -esto es, en destruir el país- cuando los chinos tiene 30 años reconvirtiendo su economía al Capitalismo y el cadáver Fidel Castro ya ha aceptado que su modelo no funcionó en ninguna parte. Pero mi enfermedad anticomunista no tiene nada que ver con el hecho incontrovertible de que la Tierra es redonda ¡¡y que las ideas de Marx fueron radicalmente zonzas!!
Empeñarse hoy en defender tales pendejadas, me evoca un recuerdo hermoso: era 1973 -o sea, hace como 80 años- en el Cendes de la UCV: Héctor Silva Michelena, ese queridísimo compañero de viaje, dictaba una charla sobre nuestras primeras dudas acerca de la teoría del valor-trabajo de Marx. Uno de los asistentes, lo conminó espetándole: “¿Cómo puede usted tener dudas acerca de El Capital, si se trata de una obra estrictamente científica?”. Silva, con esa bonhomía -que los años han acrecentado- le dijo: “Mire: las dudas, sin la menor duda, están allí. Es como si pretendiésemos negar que ese cerro hermoso que estamos viendo, el Ávila, no existe”.