Opinión
El Editorial
Autorretrato de la revolución
Crimen sin castigo
E l productor agropecuario Franklin Brito murió el lunes 30 de agosto en el Hospital Militar de Caracas. Allá fue confinado contra su voluntad por el gobierno del presidente Hugo Chávez Frías, luego de haberse declarado en huelga de hambre durante largo, muy largo tiempo, como protesta por el despojo de su fundo agrícola llevado a cabo por el Ministerio de Agricultura en flagrante violación de la Constitución Nacional.
Fue un largo y penoso proceso, vergonzoso para la sociedad y humillante para el ciudadano desamparado, su esposa y sus hijos, atropellados por funcionarios tan desalmados como irresponsables, en nombre del Estado totalitario. Brutalmente decididos a aniquilar a la gente de trabajo en Venezuela, se apoderaron de la finca que Franklin había puesto a producir con su sudor y sus desvelos.
A diferencia de tantos que se resignaron al avance de las confiscaciones de sus tierras, el productor Brito decidió luchar hasta el fin por lo que era suyo, resultado o suma de su trabajo y de sus esfuerzos. Dio un ejemplo y lanzó un grito desesperado. Su resistencia contra el zarpazo que lo dejó en la calle no fue un gesto banal. Sabía que se jugaba la vida, sabía que la decisión de acabar con la propiedad privada del Gobierno bolivariano no se detendría en consideraciones humanas aunque un hombre estuviera agonizando.
El Ministerio de Agricultura que lo persiguió no es otra cosa que uno de los brazos asfixiantes de la revolución bolivariana manejados desde La Habana. Sólo un régimen tan despiadado y cruel como el comunismo podía condenar a muerte a un venezolano que dio muestras de pasión por su patria. Modesto, era parte de la tierra que abonaba con su sudor. De esto no saben los burócratas vagos que andan persiguiendo a la gente de trabajo para entregar sus propiedades al clientelismo rojo, única manera de mantener a sus seguidores.
Contra esos agentes extranjeros que lo llevaron al sacrificio final, el nombre de Franklin Brito se alzará como un hondo clamor por la vigencia de la justicia y del Estado de Derecho en Venezuela.
Este crimen no puede quedar ni quedará impune. Provisionalmente podrá ser un crimen sin castigo. Provisionalmente, decimos, mientras los poderes del Estado estén bajo secuestro.
Pero llegará la hora del equilibrio y de la independencia de los poderes. Será el momento de la reivindicación de Franklin Brito y de sus derechos. Sus herederos legítimos, su esposa y sus hijos persistirán en la causa justa que le costó la vida al padre.
El Presidente de la República deberá explicarle al mundo la violación de los derechos humanos, la implantación del comunismo y la violencia que conlleva. Ayer, a pocas horas de la muerte del productor, los grandes medios registraron la muerte de Brito, pero simultáneamente condenaron la responsabilidad oficial en el despojo, la persecución y la muerte de Franklin Brito.
El Nacional 1/9/2010