Definir el socialismo

Opinión
Definir el socialismo

En septiembre estamos llamados a ejercer nuestra responsabilidad ciudadana

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OVIDIO PÉREZ M.

A lguien me pidió, por twitter, definir el socialismo. Me puso un serio problema. Por el laconismo obligante de ese medio de comunicación, unido a lo complejo de una tal definición. He decidido responder con las presentes líneas.

Cuando uno viene opinando desde hace unos cuantos años, siente no pocas veces la tentación de “plagiarse”. Porque en nuestro cambiante mundo, los seres humanos tienden a repetirse, reeditando sus historias.

“Los obispos venezolanos y el socialismo”, artículo publicado por mí en este mismo diario, dieciséis años antes de la caída del Muro de Berlín, es una de esas piezas documentales críticas de museo, que pueden salir hoy campantes a relucir, porque ideas y políticas consideradas hasta poco jurásicas, pretenden aparecer up-to-date. Tal el caso del socialismo marxista. A continuación sintetizo lo expuesto entonces, con sus inevitables actualizaciones.

El término socialismo ofrece gran variedad de acepciones y, por ende, una innegable ambigüedad. Esto en la teoría y en la práctica. Por eso aquel vocablo dice mucho y no dice nada.

Un diálogo o una discusión sobre el socialismo exige una inicial definición de dicho multiforme término, para precisar la significación que concretamente se asume. Es decir, ¿de qué socialismo se está hablando? Pues no es lo mismo, por ejemplo, el socialismo romántico, que el denominado democrático; el explicitado en la identificación de la URSS, que el llamado árabe; el monárquico-hereditario castrista y el collage que por ahora ofrece el PSUV, que el “africano” propuesto por un obispo en 1973 como solución para ese continente.

Las posiciones con respecto al socialismo varían necesariamente, por tanto, frente a lo que se entiende específicamente como tal. De manera que si se sinonimizase el término simplemente con responsabilidad social, búsqueda de justicia, promoción de solidaridad y valores por el estilo, no hay persona coherentemente humana y cristiana que no deba ser socialista.

Los obispos venezolanos han asumido en los últimos años una posición bien clara en relación con un socialismo muy preciso: el oficial socialismo del siglo XXI, inspirado en el castrocomunismo y reedición del marxista-leninista-stalinista. El del lema “Patria, socialismo o muerte”.

El oficialismo para implantar su proyecto a un pueblo que mayoritariamente lo rechaza, juega con ambigüedades retóricas; por ello ha reaccionado duramente frente a la clarificación hecha por el episcopado.

Uno de los derechos fundamentales de los seres humanos y de los pueblos es el de que no se les trate de engañar en cuestiones que tocan lo más definitorio de su destino; es el caso de las apelaciones al mensaje cristiano, para maquillar ideologías materialistas y sistemas totalitarios.

El próximo septiembre estamos llamados a ejercer nuestra responsabilidad ciudadana frente al futuro del país. Es preciso tener bien clara la alternativa real que se presenta.

Frente a “Patria, socialismo o muerte” es preciso mantener muy firme esta positiva convicción: “Patria, democracia y vida”.

La celebración del Bicentenario de la Independencia nos interpela a todos a progresar en verdadera soberanía, genuina libertad, auténtica solidaridad.

Asumiendo coherentemente el legado cristiano en el nuevo escenario pluralista y construyendo un nuevo modelo de sociedad, verdaderamente democrática y fraterna. De todos.

Para todos.

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