Instructor del comunismo
Miguel Bahachille M.
El Presidente se vale del eufemismo de “socialismo” para no pronunciar el vocablo comunismo pues está al tanto del rechazo de la mayoría a este guisote que pretende imponer a troche y moche. Aunque lo niegue en sus diarias y estiradas cadenas de radio y TV, aún persiste en el designio de persuadir a la población de las bondades del colectivismo que predica, como solución única, aunque en el fondo esté describiendo el marxismo puro. Cuesta creer que ninguno de los ayos que lo adulan, salidos de las cavernas de la izquierda radical sucumbida, desconozca que las reseñas fulleras del jefe son clases de comunismo para principiantes o, peor, para ingenuos. Veamos.
1- Usa la espuela de la lucha de clases para sentenciar que “ser rico es malo”. Ha sido su consigna desde el principio. De allí la arremetida contra todos los poseedores de algún bien sobre todo de las clases media y alta. Marx plantea en su etapa inicial “la sustitución de las clases sociales por una sola”. En otras palabras: todos a la ruina espiritual y material. ¡Eso es comunismo!
2- Chávez no cesa de hablar de la batalla del pueblo contra los oligarcas poseedores de las riquezas. Por ello estimula la arremetida contra La Polar y muchas otras empresas de menor dimensión. Marx describe “la lucha de clases como el motor primario de la historia”. Y va más allá: habla de “una confrontación trágica y violenta entre las clases capitalista y trabajadora”. ¡Eso es comunismo!
3- Todos hemos oído al Presidente decir que la propiedad no es un derecho absoluto si no está referido al bien comunal. En consecuencia nadie puede considerarse dueño de predio alguno aunque pueda hacer ostensible la cadena titularia de cientos de años. Marx hacía hincapié en la necesidad de “abolir la propiedad privada”. ¡Eso es comunismo!
4- La expropiación y confiscación de bienes particulares y servicios públicos como electricidad, petróleo, supermercados, bancos, gas doméstico, pasando por inmuebles y fincas productivas, a través de leyes compelidas, no deja lugar a dudas. Marx resalta que “toda la producción económica debe estar en manos del Estado”. Poco importa que la comida se pudra en manos de una burocracia desmañada; lo importante es el proceso iconoclasta. ¿No es eso comunismo?
5- Chávez no soporta ningún partido político distinto al PSUV. De allí que mientras liquidaba el MVR clamaba para que todas las fuerzas que lo apoyaban se plegaran bajo su égida. Se desprendió de Podemos y PPT por desencajar de la configuración autoritaria de su proyecto. Marx dedica la tercera parte de su tesis a “criticar a cualquier otra tendencia política y a llama a la unidad del proletariado”. ¡Puro comunismo!
6- Chávez, por su precaria formación civil, no sabe convivir en un ambiente de diversidad cultural y política. Como militar desprecia cualquier pensamiento que no ajuste al orden gendarmito. Aún más, amenaza con pulverizarlo. Dogmatiza que sólo su revolución puede satisfacer los requerimientos del pueblo. Y que en consecuencia, el pueblo es él. Marx decía en “La Tesis de Abril” que “sólo los soviets pueden satisfacer las esperanzas, aspiraciones y necesidades de los trabajadores”. Para disimular la apariencia de partido único aceptó el funcionamiento apócrifo del Parido Socialista Revolucionario. Chávez, sigue al pie de la letra la misma predisposición. ¡Comunismo!
Las ocurrencias económicas y sociales del régimen evidentemente marxistas, por destructivas, han sido trabadas de cierto modo porque el pueblo, según las encuestas, las rechaza. Lenin había instaurado “La Nueva Política Económica” (NEP) que suponía aceptar de manera mediatizada la economía de mercado y la sociedad pluralista provenida de la etapa inicial de su gobierno. No obstante su tenaz persecución, Chávez no ha podido liquidar el conjunto del parque industrial que existía en 1998 cuando tomó posesión del Gobierno.
El régimen no podrá materializar su ideario comunista si la sociedad vota en masa el 26 de septiembre y refuta la soberbia incitada por los lisonjeros que hoy fungen de diputados. La nueva Asamblea deberá corregir las destemplanzas jurídicas consumadas en esa dirección y aplacar el intento marxista, utópico, destructivo y autoritario.