Nación
Franklin Brito y la farsa cotidiana
FAUSTO MASÓ
maso1951@cantv.net
Por leer demasiadas novelas, Madame Bovary provocó la muerte de su esposo y sólo le quedó el suicidio para inventar una salida novelesca al ridículo. Se creyó una heroína romántica, confundió un caso de adulterio provinciano con un gran amor.
Chávez practica el bovarysmo en política, imagina dirigir una revolución; imita gestos, palabras, de Gramsci, de Ludovico Silva, de Marx como si heredara una tradición revolucionaria; depende de su última lectura, de su descubrimiento tardío de un Orlando Araujo, por ejemplo. Pura farsa: sus antecedentes están en los militares que siempre mandaron en Venezuela. Por desgracia, la comedia concluirá en tragedia: se acaban los dólares para pagar la diversión y Franklin Brito defiende su honor a costa de la vida.
La charlatanería revolucionaria enmudece frente a Franklin Brito, quien al comienzo contaba sólo con el apoyo de sus familiares, unos amigos y la indiferencia de la sociedad. No lo movía un cálculo político ni afán de notoriedad. Miraflores lo acusa de chantajista, le faltan argumentos frente a quien ha puesto la vida en la balanza.
¿Esta ha sido una verdadera revolución? Ja, ja, ja. No habrá desenlace feliz para el festín. Medio país ha participado en el espectáculo, con excepciones, claro, sobre todo en el campo venezolano donde muchas vidas han sido arruinadas. El dueño del circo repartió dólares entre partidarios y adversarios, ayer las multinacionales ganaban dinero como nunca, los escuálidos viajaban con dólares subsidiados, compraban automóviles y los halagaba con las campañas de la famosa clase media en positivo. Esto se acabó, el que se ría de las palabras de Chávez está loco. Franklin Brito y el corralito con los dólares anuncian que se apagan las luces, abandonemos el teatro.
Chávez inventó una épica de cartón piedra. Habla de desarrollo endógeno y soberanía alimentaría y se pudren por millares las toneladas de alimentos importadas en los puertos, dividió América Latina, somos tan rentistas como en tiempos de Gómez, invirtió miles de millones de dólares en aumentar el desempleo estatizando empresas prósperas, habla y habla y chavistas construyen mansiones en La Lagunita. Su socialismo es una reacción defensiva ante el fracaso, un huir hacia delante: multiplica las amenazas de expropiación y las persecuciones contra figuras de la oposición. Hay razones para preocuparse, demasiadas.
Llega la hora de abandonar el tema de las postulaciones, el debate incesante. ¿Tomaremos en serio al país? Estamos obligados a reconocer el naufragio que nos amenaza: el país enfrenta mucho más que un desafío electoral, una victoria, o una derrota en septiembre representará un paso en una batalla cada vez más peligrosa.
Chávez ha lanzado una ofensiva brutal contra la oposición, ocupa los medios en cadenas durante seis horas, define a sus enemigos como la burguesía, el gran capital, el egoísmo, el capitalismo, los parásitos. Tapa los escándalos sobre la crisis eléctrica o la podredumbre.
El país necesita mucho más que unos diputados en la Asamblea, requiere líderes dispuestos a dejar la piel en el esfuerzo.
Brito representa un desafío a la conciencia nacional, una invocación a una unidad que vaya mucho más allá del tema electoral, a menos que no tomemos en serio lo que salta a los ojos, o que en realidad nos escandalice la conducta de Brito porque queramos seguir participando en la farsa.
El Nacional 12/06/2010