¡Fo!
Gustavo Linares Benzo
El olor nauseabundo de comida podrida por años es el perfume del socialismo del siglo XXI
Este laboratorio de marxismo achocolatado en que Chávez ha convertido al país muestra uno de sus mejores experimentos en la saga Polar-Pdval. Sobre todo porque el chocolate se pudrió.
Ni en los sueños más febriles de los adversarios del Gobierno podían aparecer miles de containers de comida descompuesta, ¡miles!, cientos de miles de toneladas, en cualquier momento se llegará al millón, de alimentos que hay que botar, suficientes para alimentar ciudades. Y todo ocurre justo después de una alharaca con Guardia Nacional y todo, la confiscaciòn arbitraria de poco más de cien toneladas de comida que iba camino a la mesa de los venezolanos, en perfecto estado por supuesto.
Además, el toque chavista, ese piquete que siempre está detrás, adelante o en el medio de los dislates del Gobierno: el robo, la triquiñuela, la corrupción: los containers aparecen porque el Sebin encuentra toneladas de leche robadas en las narices mismas de la Guardia Nacional. De un puerto que hasta ayer estaba en manos del estado Carabobo, y como no ganó la perínclita hojilla, se lo quitaron al pollo y se lo dieron al ejército o armada o milicia nacionalbolivariana. Peor imposible, si esa frase pudiera ser verdad alguna vez.
Pero el experimento fue todo un éxito, que demostró científicamente que el totalitarismo centralizante, político o económico, más si tiene aroma militar, es un fracaso inevitable. Fracaso porque este megarrobo no llegó ni al micro ni al megamercal, y alcanzó proporciones que sólo el Estado puede lograr. En cambio, un sistema más libre, con muchas empresas y muchos gobiernos regionales distintos, no garantiza ni la eficacia ni la probidad de todas las empresas ni de todos los gobiernos, pero habrá buenos y malos, los puertos ineficientes y corruptos estarán con la rada vacía y la carga se desviará a otros, las empresas eficientes y honestas harán llegar la harina a las bodegas y las incompetentes o corruptas, sean tradicionales o boliburguesas, cobrarán carísimo y hasta presos podrán ir.
De allí el deber de documentar con todo detalle ese sainete. Desde las autoridades aduaneras hasta los oficiales militares, pasando por los consejos comunales, hasta las empresas de maletín de burguesitos viejos o nuevos, prohibido olvidar. El olor nauseabundo de comida podrida por años es el perfume del socialismo del siglo XXI.