Atila

Política
Lunes 07 de Junio de 2010
TalCual

SIMÓN BOCCANEGRA

Atila

Con la modestia que lo ha hecho famoso urbi et orbi, Chacumbele dijo el sábado que “una eventual caída de la revolución bolivariana tendría un impacto muchísimo más demoledor para los pueblos que la caída de la Unión Soviética”.

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La megalomanía del interfecto está alcanzando niveles siderales. Apartando el hecho de que la caída de la Unión Soviética no ha hecho sino beneficiar al planeta, dado que desapareció un régimen aborrecible, emblema de la más gigantesca estafa que haya conocido la historia universal, lo cierto es que comparar esta miserable farsa venezolana, que apenas baila en el ladrillito del Club de los Tiramealgo, con la significación de la Unión Soviética, tanto para bien como para mal, revela un grado de descocamiento verdaderamente caricaturesco. ¡Hay que tener los riñones forrados en titanio para soltar tamaño despropósito! Es lo que los venezolanos de antes llamaban “tragarse un burro, con todo y enjalma, sin eructar”. Por otro lado, el mote de Chacumbele alude a aquel personaje de una vieja guaracha cubana de quien el estribillo decía que “él mismito se mató”. La suma de los autogoles que se ha metido Chacu es kilométrica. Pero, a estas alturas del partido, ya Chacumbele se ha transmutado en Atila, el Rey de los Hunos. Donde pisaba el caballo de Atila no crecía más nada, se decía en los tiempos de aquel feroz señor. Si los errores de Chacumbele lo dañaran sólo a él, la cosa no sería tan trágica, pero es que sus dislates han provocado tal grado de destrucción en el país, que bien se puede decir que por donde va pasando sólo va dejando ruinas. Tal vez por eso se nos ha vuelto tan hiperbólico, tan dado a la exageración. Es como un mecanismo psicológico de compensación. Dime de que te jactas y te diré por donde fallas.

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