Crisis eléctrica sin gas
El petróleo, el gas y la electricidad se han puesto de acuerdo como tres mosqueteros para darle un golpe a la ineficacia administrativa del Gobierno
Por: José Suárez Núñez
El Gobierno ocupado en enfrentarse a los apagones, la escasez crónica de gas y la frágil concurrencia para el arranque de sus magnos planes petroleros de la Faja del Orinoco, ha tenido poco espacio para maniobrar y preparar su estrategia mediática para las elecciones parlamentarias de septiembre.
Las primeras señales eléctricas se notaron a principios de agosto de 2006, cuando tímidamente se realizaron “apagones oficiales programados” de electricidad en los estados Nueva Esparta y Maturín. En principio los recortes eran de 45 minutos y después se prolongaban hasta seis horas diarias.
Los tres apagones nacionales del año pasado que alcanzaron a Caracas, revelaron las dimensiones del problema, cuando en el interior del país ya estaban habituados a resistir hasta 300 apagones anuales.
La Cámara Venezolana de la Industria Eléctrica (Caveinel) estaba advirtiendo que el sector eléctrico estaba rezagado y requería inversiones anuales por un mínimo de 1.200 millones de dólares, debido al deterioro de sus plantas de generación térmica y sus redes de transmisión por la ausencia de mantenimiento.
Mientras tanto, el consumo energético estaba subiendo anualmente a un promedio de 3,7%, originado por el crecimiento de la población, y en parte por una discreta recuperación económica.
El Gobierno de los años 2006 y 2007 admitió el reto de que había un grave problema en el servicio eléctrico, y aceleró las discusiones en la Asamblea Nacional de un proyecto de ley para darle mayor control al Estado. Lo único que se le ocurrió fue fusionar todas las empresas en Cadafe, y el segundo paso fue adquirir todas las empresas privadas, desde la Electricidad de Caracas, hasta las restante del interior del país.
Por suerte, en abril de 2006 entró en funcionamiento el complejo Caruachi, que agregó 2.196 megavatios al sistema interconectado.
EN PICADA
Cuando llegamos al tercer trimestre del año pasado, el sistema eléctrico había entrado en picada, y nos encontramos con una realidad. El experto Miguel Lara advirtió, que Guri tenía una capacidad de 88% y en la actualidad es de 70% y las plantas térmicas sólo aportaban 60% de capacidad y seguían los cuellos de botella de los Andes, Falcón, Anzoátegui, Monagas, Guayana Apure, debido a las continuas fallas de transmisión.
El ingeniero Víctor Poleo recordó en un foro de ingenieros que se habían asignado al sector eléctrico 35 millardos de dólares, sin incluir los cobros de la factura eléctrica, pero sólo se había ejecutado 35% de las obras dedicadas al sector. En un gran número de esos proyectos, ni se había colocado la primera piedra del inicio de las obras.
La segunda crisis se presentó con el combustible. El idóneo es el gas, pero Pdvsa había desarrollado la orimulsión para sustituir el carbón, y el proyecto se paralizó y no se pudo regresar al gas porque no había, aunque habíamos ofrecido llevar gas hasta los hogares de Buenos Aires, con el famoso gasoducto.
Ahora el gobierno está quemando fuel oil en las usinas eléctricas, y amenaza con usar diesel (unos 250.000 barriles diarios) que tiene un alto valor de exportación, debido a que todos los proyectos del gas del norte de Paria, los desarrollos de la plataforma deltana y el proyecto Urdaneta al norte de Falcón, están paralizados.
SIN GAS
En declaraciones intempestivas se anunció como fórmula salvadora, que el Guri no colapsaría, porque se disponían de 100.000 barriles diarios de diesel (a un costo de 8 millones de dólares diarios) como combustible alterno, que distribuirían en todo el país en gandolas importadas, que abastecerían a cientos de plantas portátiles.
Si las primeras moléculas del gas de Paria estarán disponibles para noviembre del 2012, (dentro de 2 años y medio) qué sucederá durante este largo período de tiempo.
Los expertos aseguran, basándose en las declaraciones del Gobierno que operarán el embalse del Guri hasta el nivel de los 240 metros de la cota, que es una operación riesgosa, pero no es apocalíptica, para que la represa se parta en dos y se destruyan las turbinas.
Advierten, que lo que sucederá es una disminución de la oferta de hidroelectricidad del Guri, (será de la tercera parte de su capacidad), y será necesario un ahorro más severo, porque no esperan mucho de las plantas térmicas. Es muy corto el lapso que dispone el Gobierno, para adecuar las plantas existentes o construir nuevas. Todo esto, aunque nos bendigan gigantescos palos de agua en las cuencas del Caroní y sus afluentes.
Dependerá de la experticia para operar estos niveles de la cota, y suponemos que Edelca la tiene, porque en los últimos 60 años se han registrado 13 amenazas de pre-colapso y los han superado.
Sería un sainete cuando lleguen las lluvias, que el Gobierno anuncie hemos ganado la “batalla eléctrica”, porque no colapsó el Guri. Es razonable economizar energía, pero es irresponsable acusar a los clientes de despilfarradores, porque pagan su factura eléctrica.