Juan Carlos Apitz – El Universal 9/1/10
……….
Sólo el Estado puede violar auténticamente los derechos humanos, porque su única razón legítima para existir, es protegerlos. Tiene el Estado el monopolio de la fuerza, la capacidad legal de matar, encarcelar y confiscar, limitadas por la Ley, pero sólo para proteger la vida, la libertad y la propiedad. Si lo hace sin esa razón, ha violado su razón de ser, y es por ello que habrá sido un crimen contra los derechos humanos.
El engañoso socialismo de siglo XXI fundamentado en la doctrina de la voluntad de la mayoría, que no niega explícitamente los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano, sino que se justifica en que la Ley deriva de la voluntad de la mayoría, cualquiera que esta sea; ha dado prioridad a unos imaginarios derechos humanos que en la práctica se contraponen, oponen y destruyen los auténticos derechos que se derivan de la naturaleza humana. La destrucción del propósito y razón de los derechos humanos está en la superposición de leyes y derechos colectivistas sobre los derechos naturales del individuo. Que, como lo ha reconocido este revolucionario TSJ en el caso de los derechos sociales, ante su incumplimiento por parte del Estado no pueden ser reclamados jurisdiccionalmente.
Entonces, la Asamblea Nacional ha limitado y sojuzgado los derechos humanos individuales, en pos de unos derechos colectivos que han resultado, a la postre, en fantasmagóricas ensoñaciones inalcanzables.