Marta Colmenares blog
La cantidad de bandas delincuenciales de paramilitares y de que hampa común, dedicadas al tráfico de cocaína, se han multiplicado a pesar de que ninguna es tan poderosa ni sanguinaria como las de antes. Su crecimiento tiene relación directa con que hallan dónde esconderse de las autoridades colombianas que los persiguen. Ese es un factor por el cual Colombia se vio precisada a pedirle ayuda a Estados Unidos para su exterminio. La acción policial y militar colombiana nunca halló apoyo sincero en gobiernos como el de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Contra el narcotráfico no movieron un dedo y antes por el contrario llegaron a ofrecer apoyo velado al terrorismo. En Colombia a nadie hay que recordarle que la guerrilla dejó de ser génesis de una revolución hace mucho tiempo y que hoy simplemente es un cartel del narcotráfico. Latinoamérica sería otra si se hubiese actuando con sincera intención de colaboración a favor de una democracia legalmente establecida. Si la oferta de Maduro tiene dobleces que esconda apoyo al salvajismo criminal de las Farc, es mejor que no abran la boca. Al presidente de Venezuela y algunos de sus seguidores le puede parecer “revolucionario y maravilloso” lo que acaba de suceder en el Departamento de Nariño. Las hienas de las Farc abalearon e incinero un bus con sus ocupantes dentro, (solo gente del pueblo, civiles incluidos niños). Eso simplemente es depravación moral y política, eso no puede ser revolución ni chavista de ninguna otra. Maduro, como vocero del gobierno de Chávez en Unisur, no ha precisado detalles de la propuesta de paz para Colombia. En los medios de comunicación de Bogota no le dieron mucha importancia. Posiblemente le ocurra lo que a nosotros, es cuestión difícil de creer que sea sincera. Lo es de extrañar que vuelva a suceder lo de siempre. Que de un momento a otro por cualquier nimiedad y sin calcular las consecuencias, para ellos y los demás, arremetan contra la república de Colombia.