Rafael Rangel Aldao
Nobel impertinente
Menudo descubrimiento: cómo es que la gente envejece y la relación con el cáncer
El Nobel de Fisiología y Medicina, 2009, es una clara señal a los dirigentes ignaros de cuan fútil es su afán de una ciencia “pertinente“. La trascendencia mayúscula de lo que se premia este año, se debe a una investigación básica sobre un insignificante bichito microscópico de agua dulce, una célula autónoma con pelitos (cilios), llamada
Tetrahymena thermophila.
Se imagina uno al gerente de la ciencia pertinente, esa para el barrio, ante un proyecto que diga, por ejemplo, “Estudio de la actividad enzimática de telómeros, en extractos de T. termophila”. O tal vez otro, para “Clonar telómeros en levaduras”. Nada, dirá el censor, mejor dicho, el evaluador, esto no es relevante para nadie, menos aún para nuestro pueblo.
Bichito
Resulta que ese par de proyectos, sí existieron, y llevaron de nuevo al estrellato al bichito de agua dulce (tiene varios Nobel a cuestas), con el menudo descubrimiento de cómo es que la gente envejece, y también de cómo ese proceso se relaciona con el cáncer. Veremos, si ante tal hallazgo, treinta años después, al planificador le resulta ahora pertinente a la humanidad, incluyendo aquella que mora en el barrio.
Los telómeros, son los extremos de los cromosomas, las punticas nada más, y éstas se van acortando cada vez que la célula se divide en dos, haciendo el proceso finito. Es como un reloj que más o menos dicta cuántos años podemos durar. Las telomerasas, se encargan de alargar esas punticas en cada división celular, pero tienen un límite, y ¡pum!, no somos eternos.
Una inmigrante australiana, y dama excepcional, Elizabeth (Liz) Blackburn, se fue a Estados Unidos para trabajar con libertad en el bichito ese, y descubrió el asunto de los telómeros. Liz, formó a la joven Carol Greider quien descubrió la telomerasa, y luego conoció al inglés, Jack Szostac, otro inmigrante, quien demostró que el mecanismo es universal. Algo “impertinente” que resultó ser uno de los hallazgos del siglo. Clarito, ¿no?
rafael.rangelaldao@gmail.com