VARGAS LLOSA 1967
Juan Carlos Zapata
Muchos de los que hoy se sientan al lado de Chávez, aplaudieron su discurso de 1967 con motivo de recibir la primera edición del Premio Rómulo Gallegos. Estaban en la misma línea, pues Mario Vargas Llosa dijo entonces que “dentro de diez, veinte o cincuenta años habrá llegado, a todos nuestros países como ahora a Cuba, la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y reprimen. Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror”.
La contundencia, sin embargo, no originó piquetes del gobierno adeco condenando su presencia; ni un funcionario policial lo retuvo en Maiquetía advirtiéndole de las opiniones políticas que pudiera expresar; ni un ministro justificando la negativa al trato protocolar, señalando que en el país se acabaron esos privilegios. Gobernaba AD, un partido enfrentado al castrismo y la subversión castrista, y a pesar de ello, el gobierno asume como propia su candidatura para el Premio, y además se lo entrega.
Ante el discurso, no hay violencia. No hay condena. Sólo polémica, debate, discusión, como procedía en un país democrático, gobernado por demócratas.
Carlos Andrés Pérez, que a la vuelta de seis años alcanzaría la presidencia de la República,(enemigo de Chávez y hoy amigo de Vargas Llosa) resaltó “la bofetada” de Vargas Llosa contra Venezuela al declararse castrista en plena ceremonia de entrega del Premio. Pero Pérez no lo calificó de “analfabeta”. Todo lo contrario, apuntó que “es un novelista que se lo merece”, el Premio.
-No debemos arrepentirnos nunca de haber escogido con tanta justicia a Mario Vargas Llosa señaló Pérez- Se le otorgó el Premio por su valor intelectual, a sabiendas de lo que es.
Pese a la polarización entre la intelectualidad, se colocó en tela de juicio su opinión política, nunca la autoridad intelectual del autor ni la calidad literaria de la novela premiada, La casa verde. Arturo Uslar Pietri dijo que la novela “es muy buena, tiene méritos suficientes para haber obtenido el Premio”.
En cuanto al discurso, apuntó: “Es de circunstancia, y si Vargas Llosa creyó necesario decir lo que dijo, es un criterio que le pertenece”. Tuvo razón: era un discurso de circunstancia. Después, Vargas Llosa cambiaría de posición al descubrir a fondo los horrores del sistema cubano.
Guillermo Morón tildó de “inmoral” la defensa castrista. “Se aprovechó de la ocasión”, apuntó. Fue un “abuso”, dijo. Morón no se explicaba cómo ningún representante del gobierno dijo nada.
El poeta Juan Liscano (a quien se le atribuye la idea de crear el Premio) vio natural que Vargas Llosa dijera lo que dijo, pues era sabido que formaba parte del consejo de redacción de la revista Casa de las Américas, editada por el gobierno de La Habana.
-De modo que el problema de Vargas Llosa precisó Liscano- cuando acepta el Premio Rómulo Gallegos no es precisamente saber lo que van a pensar los venezolanos sino cómo van a tomar la cosa los cubanos… Aunque no milite en ningún partido es un hombre comprometido con el régimen de Fidel Castro.
-Me atrevo a asegurar señaló Liscano que Vargas Llosa dio muestra de liberalidad, de amplitud, de cierta independencia de criterio, al viajar a Venezuela, dejarse agasajar por sectores oficiales y hasta reconocer una deuda de gratitud con este país, así como la absoluta libertad que se le concedió. Inclusive, señaló que había aceptado este Premio porque no se le había exigido “ni la más leve sombra de compromiso ideológico y estético”, lo cual debería avergonzar al tren oficial cultural de Cuba donde sólo se actúa de modo comprometedor, polémico y tendencioso.
Un Miguel Otero Silva, más curtido en la arena política y periodística, simpatizante del Partido Comunista, comprendía el exceso de su colega y se lo atribuía a la edad, a la juventud.
-Tiene perfecto derecho Vargas Llosa a citar la revolución cubana como prototipo de un régimen socialista si así se lo dicta la conciencia. En cuanto a mí, que no tengo treinta años como Vargas Llosa, hubiera meditado mucho en su caso antes de hacerlo.
Y es que Otero Silva, tan citado por Chávez a la hora de atacar a su hijo Miguel Henrique, hizo una observación que hoy quizá le valiera su expulsión de este país: “Se observan síntomas en Cuba que los revolucionarios de todas partes deben comenzar a considerar como alarmantes. En primer término, el afán de sustituir la concepción marxista de gobierno proletario por una deificación política del super hombre nietzscheano, esta vez con barbas”. Y esta vez en Venezuela, sin barbas.